Hace ocho años el presidente Zapatero propuso en la Asamblea General de las Naciones Unidas la organización de una alianza de civilizaciones. Lo hizo "como representante de un país creado y enriquecido por culturas diversas", promoviendo desde España una "Alianza de Civilizaciones entre el mundo occidental y el mundo árabe y musulmán". El primer ministro de Turquía, Erdogan, se sumó a esta iniciativa, seguida también por otros veinte países de Europa, Iberoamérica y, además, la Liga Árabe. Entre otras cosas la ONU decidió crear un grupo de trabajo compuesto por personalidades de diferentes países; una de esas personalidades es Mayor Zaragoza y su cometido consiste en presentar un plan de acción. En 2010, gobernando Obama, Estados Unidos se incorporó al Grupo de Amigos de la Alianza y hace dos años ya se habían adherido al mismo ochenta y nueve países y diecisiete organizaciones internacionales. A todo esto, Rajoy, entonces en la oposición, en 2006, definió esta iniciativa como "uno de esos cantos de sirena que no interesan a nadie, es pura propaganda". En aquella época la actividad fundamental del PP era destruir a Zapatero. Resulta paradójico que, ahora, como presidente de Gobierno, Rajoy defienda la Alianza de Civilizaciones en la ONU, aunque lo haga con un argumento muy discutible: el Gobierno ante la ONU no puede "cambiar" de planteamiento.

Afortunadamente, mucho antes de que comenzara la llamada Primavera Árabe, gracias a la "ocurrencia" de Zapatero, se pusieron los primeros cimientos para acercar a estos dos mundos, iniciando el diálogo e impulsando el conocimiento del otro (que las nuevas tecnologías facilitan). La convivencia se hace impostergable, cuando crece la islamofobia en Occidente y los sectores musulmanes más ortodoxos intentan apoderarse del poder en países en donde se derrocaron dictaduras gracias a la movilización popular (hay que subrayar que en dicha lucha los ortodoxos no fueron precisamente la vanguardia). Al hilo de todo esto conviene recordar que actualmente la situación en Siria puede provocar una grave crisis en toda la región y simultáneamente el enfrentamiento entre Irán e Israel amenaza la paz mundial.

Muy oportuna ha resultado esta Alianza de Civilizaciones que puede jugar un papel significativo y conviene recordar que el primer país que apoyó la iniciativa de Zapatero fue Turquía, que en la región tiene un rol muy importante. Finalmente, ante la ONU, Rajoy reconoce, seis años después, la importancia de la Alianza de Civilizaciones. Más vale tarde que nunca. Eso sí, lo hace, cicatero, sin ningún entusiasmo, porque según él, no se puede "cambiar" el planteamiento propuesto por España. ¿Citará a Zapatero cuando intervenga en la Asamblea General de la ONU? Lo dudamos. Su cometido es otro: intentar que España sea miembro del Consejo de Seguridad (sin derecho a veto) en el período 2015-2016, compitiendo con Nueva Zelanda y Turquía. Dado el papel que este último país juega en su explosiva región, Rajoy lo tiene muy difícil.