En una ciudad tan glamurosa como Alicante, donde la idea más fashion gestada por nuestros munícipes para recaudar dinero es convertir Fontcalent en vertedero universal, no es de extrañar que la alcaldesa haya recurrido a todas sus arnas para tratar de cancelar el festival de música que, finalmente y resolución judicial mediante, se ha celebrado este fin de semana en Panoramis. Y es que, según Castedo, el botellón que se suele generar en torno a estos acontecimientos desmerece la imagen de la ciudad, sobre todo de cara a los miles de cruceristas que desembarcan entre ayer y hoy en el puerto. Yo quiero contribuir a tan noble causa y sugerirle a la mandataria otra serie de paisajes que deberíamos evitarles a los turistas y en último término clausurar para no dañar una imagen urbana labrada a través de los siglos y deslucida a través de los años: deberíamos intentar que no visitaran el casco antiguo de la ciudad, pues doscientos Racha después sigue siendo, más que antiguo, viejo; deberíamos hacer que apartaran la vista a su paso junto al casino del puerto, el eurovegas de andar por casa, porque incita a la ludopatía y es un pegado postizo luminiscente en el entorno; tendríamos que impedir que sacaran dineros en los cajeros de la ciudad, ya que están ocupados por vagabundos y mendigos pernoctantes, hasta el punto de que algunos de ellos ya cierran sus puertas por las noches "por motivos de seguridad"; sería conveniente que no visitaran el mercadillo de Teulada porque justo al otro lado de la calle se monta el mercadillo de la miseria y éste nos da una imagen de pobreza que no se corresponde con nuestra realidad; y ya puestos, impedir que los míseros hurguen en los contenedores de basura porque a veces dejan el contorno hecho unos zorros. Estos últimos cuentan, además, con una ventaja añadida, y es que no van a acudir el juez en busca de amparo, con lo que no cabe temer que se lo dé como al Sun Festival.