La negativa de Mariano Rajoy (completamente previsible) a conceder el Pacto Fiscal al presidente catalán, Artur Mas, abre un escenario inédito en la democracia española, en medio de la peor crisis económica de los últimos 50 años.

A la espera de lo que anuncie Mas la semana próxima, en el debate de política general del Parlamento catalán, el objetivo que se propuso durante la legislatura iniciada en 2010 (la obtención de un sistema tributario con resultados semejantes al concierto vasco) queda enterrado. Por ello, la opción de convocar elecciones anticipadas se presenta como una gran tentación para Mas.

Además de capitalizar el rechazo del Gobierno central al Pacto Fiscal (propuesta que gozaba de un respaldo superior al 70% de los catalanes) y tras hacer suyas las demandas de la manifestación independentista del 11 de septiembre, puede ser su oportunidad para lograr una mayoría más holgada que la actual (a seis escaños de la mayoría absoluta), en un momento en el que sus principales rivales (PSC) se encuentran divididos y con un liderazgo débil.

La incógnita a resolver será la de su propuesta de relación con España. Los soberanistas impacientes le reprochan que hable de "estructuras de Estado", en lugar de promover la independencia de manera clara. Los opositores de PP y PSC (y analistas fines) afirman que Mas, siguiendo la tradición de CiU, mareará la perdiz durante cuatro años más, sin ir hacia la secesión. Pero no deberían obviar una diferencia (respecto a dirigentes como Jordi Pujol): por primera vez, un líder de CiU no acepta una financiación dentro del régimen común español, pese a la negativa de las élites empresariales catalanas a apoyar su deriva soberanista. Eso debería dar pistas de por donde irá el camino de Mas en los próximos meses.

Cómo lo ven. The Wall Street Journal Europe advertía sobre la otra crisis que afecta a Grecia: con muy pocos recursos (y en medio de duras políticas de austeridad), debe hacer frente a la llegada de miles de inmigrantes procedentes de Oriente Próximo y del subcontinente indio (que usan las costas griegas para acceder al mercado de trabajo europeo). Tampoco aquí encuentran los helenos mucha solidaridad del resto del continente.

Según Frankfurter Allgemeine Zeitung, las protestas chinas contra Japón muestran lo imprevisible del comportamiento de un país sin oposición ni Estado de derecho. El gobierno de Pekín usa la ira de la gente para presionar a Japón en la disputa de unas islas (ricas en recursos pesqueros y minerales). Además, como señalaba el Corriere della Sera, los gobernantes chinos han aprovechado el episodio para cohesionar al país y desviar la atención sobre los conflictos internos existentes en la cúpula comunista.

Cómo nos ven. The Wall Street Journal reflejaba la poca predisposición del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, para pedir el rescate a sus socios europeos. Su temor es que los "vigilantes externos" exijan condiciones duras para obtener dicha ayuda (como el recorte de las pensiones). A pesar de ello, se explica que funcionarios comunitarios han iniciado conversaciones para decidir el presupuesto que implicaría una "línea de crédito preventiva" para España.

Sobre el mismo tema, Michael Burke, ex consultor internacional de Citibank, instaba en The Guardian a Rajoy a no pedir el rescate, para que el BCE pueda comprar ilimitadamente deuda pública española a corto plazo. Burke cree que España tiene fondos para cubrir el déficit, por lo que no debe pedir ayuda alguna (ya que las condiciones serían onerosas). Para Burke, el rescate consiste en transferir rentas del trabajo al capital bancario y a los ricos, por lo que sería una "traición nacional" si el Gobierno del PP lo pidiera.

Qué se cuece. media-tics resaltaba las declaraciones de David Carr, periodista estrella del The New York Times, sobre el futuro del periodismo, en una entrevista realizada por la radio CBC. Carr cree que Internet y las redes sociales hacen un buen trabajo como correctores de errores e información falsa, pero también afirma que los profesionales no pueden ser sustituidos por una multitud. Además, concluía, el futuro estará en aquellos pequeños diarios que estén íntimamente conectados con sus comunidades locales.

Pese a las noticias sobre un declive en su uso y en contra de su mala salida a Bolsa, un estudio del Pew Research Center en EE UU reflejaba que la red social dominante en aquel país seguía siendo Facebook (con un 66%), muy por delante de la red profesional LinkedIn (20%) o de la frenética Twitter (16%). El problema para la red creada por Mark Zuckerberg es cómo convertir en negocio esa masiva presencia de usuarios.