Hoy se cumple el centenario del nacimiento de uno de los poetas oriolanos llamados "patéticos". Fue el más íntimo de los amigos de juventud del universal poeta Miguel Hernández, el conocido en todas la biografías como el panadero-poeta Carlos Fenoll Felices. Fue el promotor de las reuniones de la tahona en la calle de Arriba, donde tenía el horno de pan. A Carlos se le acusa -sin pruebas- de haber quemado en el horno cartas y poesías que le había dejado Hernández para publicarlas en la revista Silbo (dos números, los de mayo y junio de 1936), del que era director-fundador y, donde colaboraron Pablo Neruda, Juan Ramón Jiménez y Vicente Aleixandre.

A finales de 1936 se incorporó voluntario al Batallón de Milicias republicanas con su cuñado Jesús Poveda Mellado, estuvieron en las barricadas de Madrid y visitaron la Alianza de Intelectuales Antifascistas. Fue junto a Poveda testigo de la boda de Miguel y Josefina Manresa. Al acabar la guerra incivil, estaba en Alimán (Toledo,) regresó a Orihuela y tuvo que ocultarse en su casa de la calle Horno de San Miguel por más de un año, como un topo republicano para evitar ser detenido y juzgado por los franquistas.

Autor de más de un centenar de poemas publicados en diferentes revistas. Nunca pudo publicar un libro. Un poeta destinado a ser un gran poeta, sin embargo no quiso seguir el sino de su destino literario al que estaba predestinado. Fundador junto a Miguel, Gabriel Sijé, Pérez Álvarez de la revista Silbo. Algunos de sus poemas más destacados son Trallazos, y Canto encadenado, quizás sea éste el más conocido, que dio origen a un libro del mismo nombre publicado por Manuel Molina y Vicente Ramos en el Instituto de Estudios Alicantinos (1978) . Hombre religioso participó en numerosas revista de Semana Santa de Orihuela: Momentos, Juventud Mariana. Es autor de una numerosa correspondencia con amigos y familia de gran calidad literaria.

Agobiado por la situación política del nuevo Régimen y problemas de herencia, el 5 de agosto de 1947 emigró en barco a Barcelona con su esposa Ascensión Ávila Martínez y tres de sus hijos: Antonio, Carlos y Vicente Luis. Al principio tuvo que al vivir en un barrio de barracas por Montjüich, luego alquiló y vivió en la calle Aurora (por la Rambla). Allí nació Julián el cuarto de su hijos. Dejó definitivamente la poesía.

Gracias a una recomendación se colocó como panadero en Intendencia del Ejército en Barcelona, y estuvo haciendo horas extras en la Editorial Aymá como corrector de estilo, a diez pesetas la hora, lo cual demuestra su elevada preparación literaria.

Según leemos en su correspondencia debió escribir alguna novela puesto que escribió a su amigo Manuel Molina que se iba a presentar al Premio Nadal y al Premio Condal de novela. De cuyos resultados no tenemos constancia. En 1968 hizo una corta visita a su Orihuelica del Señor. Falleció a los 60 años en Barcelona de un infarto mientras dormía la madrugada del 31 de diciembre de 1972.

Su poema más conocido es Canto encadenado. En las últimas estrofas declara su intención de que cuando no escribe poesía, es cuando encuentra la paz, por un sentimiento de remordimiento que nunca reveló.

Cantaré entre herramientas de fatiga y quebranto

ya que un juego inmortal,

divino, me lo ordena.

Pero siempre habrá un dejo de amargura en mi canto

mientras llore mi alma su

pesada cadena.

Carlos Fenoll (1947).

¡NO TE OLVIDAREMOS!