La leyenda habla de un gran incendio en los Pirineos, que estaría en el origen de su nombre (pyros=fuego). Ello habría sucedido en tiempos de Hércules, según la mitología, o hace más de dos mil años según testigos indirectos recogidos en la Grecia clásica. Después no hay noticias de grandes incendios forestales por esas tierras hasta finales del siglo XX, cuando empezaron a sucederse, y desde entonces no han parado.

¿Qué pasó entre el tiempo de Hércules y el de las urbanizaciones para que no haya registro de incendios tan inmensos como los que hemos venido sufriendo en las últimas décadas? Seguro que se declaraban, pero no iban ni tan lejos, ni tan deprisa. ¿Cuál es la diferencia? La respuesta está en las fotos antiguas.

Observando las vistas panorámicas de algunas poblaciones rurales a finales del XIX y principios del XX, y comparándolas con las actuales, se detecta un cambio sorprendente: en las antiguas se ven muchos cerros pelados que hoy están llenos de árboles. Y en ciertas comarcas, en el interior de muchos bosques persiste el escalonado de los bancales, signo de que fue terreno cultivado. Tras su abandono, el bosque la ha reconquistado. Durante siglos, los habitantes de este país han entrado al bosque con el hacha. Han eliminado grandes superficies para ganar tierras de cultivo, al restante lo han limpiado para ayudar a crecer a los árboles madereros, y se han llevado el ramaje para quemar en casa. La consecuencia ha sido una prolongada reducción de la carga de fuego, es decir, de la densidad de materiales combustibles, y una fragmentación de los espacios arbolados.

Todo esto se fue abandonando a lo largo del siglo XX, porque dejó de ser rentable. De la filoxera al gasóleo, todo ha conspirado a favor del olvido del bosque.

Hemos pasado a concebirlo tan solo como un decorado para las actividades de ocio.

Los incendios se apagan de verdad muchos años antes de que se declaren. Amenazar con la cárcel a quien tire colillas puede reducir el riesgo, pero no lo elimina. Lo importante es que, una vez prendidas, las llamas no lo tengan fácil para prosperar, incluso con el viento a favor. Quizás la crisis nos obligará a volver al bosque a cortar leña para la estufa, pero si no es así, habrá que hacerlo exprofeso. Aclarar, limpiar, cortar, separar. Aunque a algunos conservacionistas se les pongan los pelos de punta.