En esta España que retrocede a pasos agigantados hacia el pasado a golpe de decreto, sólo nos faltaba escuchar que el ministro Gallardón tiene intención de aprobar en los próximos días una ley que prohíba a las mujeres abortar en el supuesto de que haya malformación del feto. En una semana que podríamos calificar de horrible porque nos han subido el IVA, nos han quitado una paga extra y han rebajado al 50% la prestación del desempleo, todo ello aderezado con el exabrupto del "que se jodan" de la señoritinga Andrea Fabra, sólo faltaba para conseguir la cuadratura del círculo del despropósito este ataque directo a las mujeres y a los derechos que con tanto esfuerzo hemos conseguido durante muchas generaciones.

Estaba escrutando este domingo el informativo de La Primera, y padeciendo los cambios que se han introducido en la televisión pública desde que el Partido Popular con su mayoría absoluta decidió que ya estaba bien de tener una televisión plural y que ya era hora de poner al frente a uno de los doberman formados en el Telemadrid de Esperanza Aguirre, que como todos sabemos es un ejemplo de todo aquello que nos enseñaron en la Facultad de Periodismo que no se debe hacer, cuando entre dos noticias que a fuerza de malas y vistas te hacen desconectar del televisor, meten la derogación del supuesto de poder abortar cuando hay una malformación del feto.

Este ministro, Ruiz Gallardón, que tuvo engañada durante años a la opinión pública con su imagen de moderado, ha decidido quitarse la careta y revelarse como lo que es: un señor de derechas que le molesta que las mujeres de este país ya no nos dediquemos a cuidar de nuestros maridos, hijos, padres y suegros, sino que seamos independientes y tengamos la libertad para decidir sobre nuestra vida en general, y de manera muy particular sobre nuestro derecho a la maternidad.

Siento si parezco oportunista al decir que nunca me gustó. Desde hace ya muchos años he escuchado algunas perlas de este individuo como que no le gustaba que los trabajador@s del Ayuntamiento de Madrid le miraran a los ojos cuando le hablaban o que tenía prohibido que las mujeres hicieran ruido con los tacones cuando pasaban por los pasillos aledaños de su despacho o que no se podía tocar sin guantes todo aquello que fuera susceptible de que este ministro fuera a tocar después. Pero sin duda alguna, mi opinión se terminó de formar cuando nada más entrar en el Ministerio que se encarga de gestionar la Justicia, que por cierto como todos los español@s saben, a excepción suya a tenor de sus primeros movimientos, está hecho unos zorros, sus esfuerzos se dirigieron a modificar la Ley del Aborto, porque ya saben ustedes que la mujer para ser mujer tiene que ser madre, y a cobrar a los trabajador@s que quisieran recurrir más allá de la primera instancia, cercenándoles su posibilidad de defenderse frente al poderoso, que es el empresario.

Pérez Galdós tendría dificultades para saber si estamos en el siglo XXI o inmersos en sus Episodios Nacionales. La España de hoy camina hacia esa España de la pandereta, la ignorancia, el señorito, el cura, el pobre, y la mujer en casa con la pata quebrada,que como dijo el siempre actual Don Benito todo sea por la causa de Dios, de la religión y su santa iglesia primero, y del Rey de España después.

En estos días que nos manifestamos semana sí y semana también porque al desmantelamiento del Estado de Bienestar, a dejarnos sin derechos a la clase trabajadora, y sin futuro a nuestros hijos al dejar en caída libre a la educación pública, de calidad y gratuita, se une la pérdida de uno de los derechos más sagrados de la mujer como es que pueda decidir sobre su maternidad libremente y con todas las garantías sanitarias. Porque con la ley actual, esa que quiere derogar un ministro misógino, la mujer es libre para decidir si quiere seguir con un embarazo aún sabiendo que su bebé va a nacer con una malformación o por el contrario desea finalizar su gestación. Con esta ley no se hace ningún juicio moral, no se obliga a hacer nada que la mujer no quiera, sencillamente se nos deja decidir libremente. Y así queremos seguir, señor Gallardón, y lo tendrá que entender por las buenas o por las malas porque es posible que usted pueda utilizar la mayoría absoluta del Partido Popular para devolvernos a los tiempos de Franco, sinónimos de dolor y clandestinidad, en los que sólo las mujeres de su clase podían abortar con la bendición de la iglesia y en forma de viaje turístico a Londres, pero le aseguro que en esta España convulsa en la que vivimos, a partir de hoy también se escuchará el grito de las mujeres defendiendo su libertad.

Váyase señor Gallardón, que le diría un Aznar que no se atrevió a ir tan lejos durante sus ocho años de gobierno, y así se podrá dedicar a escuchar música clásica, usted que es tan culto y tiene tanta clase, y se evitará tener que oír el taconeo de las mujeres porque a partir de ahora vamos a pisar muy fuerte, tanto y tanto tiempo como el que usted se empeñe en ser ministro de Justicia.