Se disculpa Andrea Fabra por escrito, voy a suponer que sinceramente. Otra cosa es hurgar en su espíritu y me faltan esas habilidades. Se disculpa en una carta formal y retórica (¿la escribió ella?) dirigida a Posadas, el presidente del Congreso. Recuerdo en ese puesto a Pons dándole a la mazaÉ Lo de Manuel Marín era diferente. Aparentaba ser de esa categoría de personas a las que la gresca, la bronca, o como se quiera llamar le desagradaba en lo más profundo de su alma sensible. Marín era un hombre tranquilo al que se veía a menudo sobrepasado con los excesos verbales y las malas formas en general de muchos diputados.

Para mi relativa sorpresa he escuchado a unos comentaristas de temas políticos relatar el incidente de la diputada por Castellón en clave futbolera, que no deportiva. Esto es, los lances del juego. Esta expresión utilizada para ilustrar una patada en caliente sirve por lo que se ve para ilustrar el ejercicio de los diputados que si se molestan son poco menos que unos quejicas: todo pertenece a una escenificación que es así, teatral. Se puede apuñalar (verbalmente) al contrario solamente por serlo. Uno de los integrantes más prudentes de la tertulia dice que quizá falta sensibilidad en el hemiciclo. Puede, se lo admiten, pero -apostilla uno- "yo he oído llamar uno a otro maricón, y no pasa nada". Como si el Parlamento fuese el Emporio de la Aceituna. Seré hipersensible, y por ello -me apuntan- estoy incapacitada para la política profesional, es un hecho.

Me pregunto cuál será ese primer diputado sancionado con verdadero rigor por perder los papeles. Que por rascarte una oreja te expulsan de una oposición y por titubear en un examen oral te cae un suspenso... Es tan hiriente la falta de profesionalidad de nuestros parlamentarios que uno de los muchos tuiteros (jodidos, con permiso de Andrea Fabra) nos comenta al resto "es necesario saber inglés para ser camarero, pero para ser presidente, no". Es necesario ser correcto para ser camarero, pero para vivir y ejercer de diputado, no.

Es necesario ser una persona cabal para ejercer cualquier labor en esta vida, pero como político puedes ser un hooligan, se te permite. Se espera de ti pasión, arrojo, gracia; una cierta formación (tampoco obligatoria, y se nota cuando falta), pero no civismo. ¡Qué menos que la mínima correcciónÉ! Lo reconozco, me he examinado por libre muchas veces y cuando me enfrento a personas que se mueven de esta manera pienso que sería buena cosa someterles a algún tipo de juicio académico, para poderles decir: lo siento, reúne usted buenas cualidades, pero le falta formación, buenas maneras, debe usted mejorar. Mejoraríamos todos.