Hace 26 meses, el 12 de mayo del 2010, Rodríguez Zapatero comparecía en el Congreso para anunciar el fin del espejismo socialista de los brotes verdes y otras miopías: la crisis no era pasajera y los "socios" europeos junto a los cancerberos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de los Mercados (grandes multinacionales e inversores especulativos agresivos) le imponían el primer gran recorte de su mandato: recortes sociales, subida del IVA, bajada salarial para los funcionarios, congelación de las pensionesÉ Es difícil no acordarse, porque fueron muchos ajustes. Pero aquella mañana del 10 de mayo, ZP firmó algo más que ajustes económicos y reducción del Estado del Bienestar. Firmó su sentencia de muerte política y, de paso, la de su partido por mucho tiempo; desde entonces no ha hecho otra cosa que perder elecciones.

No fue valiente para negarse y dimitir. Hubiese atesorado su credibilidad, o al menos la de su partido. Arrostró las medidas neoliberales que cargan al conjunto de la sociedad pero dejan fuera a los defraudadores y a las grandes fortunas, no peleó la tasa financiera para que sean los que han ocasionado buena parte del destrozo, aporten caja; tampoco exigió al gobernador del Banco de España diligencia y acciones sobre lo que estaba pasando en la banca, y eso que era del PSOE, etcétera, etcétera.

A Rajoy le ha durado poco las mentiras, pero sí lo suficiente como para lograr mayoría absoluta electoral. Al final, se le ha descompuesto la cara, como a R. Zapatero, porque sus medidas van mucho más lejos, incluso cargando ajustes contra el subsidio de paro para los nuevos desempleados, la reforma de las pensiones, echar a miles de funcionarios, recorta en sanidad, en educación, en asuntos sociales, en cotizaciones socialesÉ Rajoy ha presentado un nuevo programa de Gobierno, en las antípodas del contrato que firmó con los electores (noviembre del 2011) y del proyecto que presentó en la sesión de investidura (diciembre del 2011). Incluso a nacionalizado un banco; quién se lo iba a decir...

La diferencia con Zapatero es que este, primero negó la crisis y luego tampoco supo embridar y le estalló entre las manos. Pero aquel, el líder del PP, cuando llegó a la Moncloa la gravedad de la situación económica española no era ningún secreto para nadie. Si el presidente socialista empleó los últimos meses de su mandato en evitar el rescate de la economía española, el conservador ha trampeado para ser presidente y dilapidado su primer semestre presidencial para acabar resignándose a una intervención abierta de España que, pese a las evidencias palmarias, se niega a reconocer a pesar de que el Banco de España ha pasado a ser controlado directamente por Bruselas.

Un recorte como el anunciado por el Ejecutivo -65.000 millones de euros en dos años, a sumar a los ajustes anteriores- sumirá a España en una depresión aún más profunda que la presente. Mientras tanto, la banca recibe fondos públicos para sanearse aunque sea a cambio de fuertes ajustes, pero sin ninguna responsabilidad; sin impuestos para las transacciones financieras; sin plan de activación económica; sin perseguir el fraude fiscal.

Parece evidente que la pobreza, las desigualdades y la tensión social serán las únicas que cotizarán al alza. Qué miedo.