Por marca de un país no solo entendemos la estimación o valor de sus productos o servicios, sino la estimación que tenemos nosotros y sobre todo los extranjeros de su valoración mercantil, industrial, cultural y social. La primera apreciación de la marca España es que somos el país con más paro en toda Europa. En esta sociedad ya no hay grupos subversivos, hemos acabado con ellos, salvo algún fanático islamista; solo quedan marginados -es decir parados de larga duración-, y unos cuantos indignados, que solo representan un síntoma del descontento social, pero que no sirven para un cambio social. Algo falla: veamos.

En primer lugar aparece la Corona, actualmente muy devaluada. Un Rey amante inquieto, y gastoso cazador de elefantes que se rompe la cadera de noche y en plena selva africana. Un yerno muy apañado en negocios turbios con el muy honorable Camps, entre otras perlas, como Jaume Matas. A continuación, un Consejo Judicial cuyo presidente, un solterón beatífico, pero amante del lujo en buena compañía, incluía sus gastos particulares como gastos públicos para que le pagáramos entre todos sus fines de semanas caribeñas y cena para dos en Puerto Banús. Unos consejeros que se dedican de lunes a jueves a conspirar en cuotas partidistas sobre nombramientos (sin tener en cuenta las más de las veces la capacidad y méritos, sino afinidades políticas) y régimen disciplinario de los jueces (en el mayor de los secretos), cobrando más que un magistrado del Supremo, con chofer oficial a la puerta y exentos de cualquier otro trabajo.

Un Gobierno que ha incumplido todo su programa electoral, haciendo todo aquello que criticaba del anterior gobierno socialista. Sin orientación, rectificando a cada momento, sin un previo plan establecido, donde hay tres cabezas económicas y ninguna dirige. Dijeron que nunca se había salido de una crisis económica aumentando los impuestos, y los han subido; que se respetaría el poder adquisitivo de los pensionistas y que se garantizaba el sistema de sanidad y educación, y a estos tres pilares del Estado del Bienestar recortaron estos derechos; que no abaratarían el despido de los obreros, y rebajaron las indemnizaciones en cantidad y en tiempo; que tratan a los funcionarios como unos vagos y a los parados, como unos fraudulentos; y que se resume en el grito de la hija de Fabra en las Cortes "que se jodan", y los aplausos de los diputados puestos en pie cuando Rajoy terminó de desgranar todos los recortes que van a traer graves conflictos sociales, y que fue interrumpido por aplausos durante más de 14 veces cuando iban nombrando los correspondientes recortes, que recuerdan aplausos cuando Aznar se comprometió en la guerra de Irak.

Un sistema financiero español fracasado en su conjunto. Cajas de ahorros que han sido mero instrumento de la clase política con criterios completamente anticomerciales que las han llevado a la ruina. Igualmente los bancos, salvo excepciones, se entregaron al frenesí de las hipotecas sobrevaluadas del desarrollo urbanístico desaforado, tasando los inmuebles más allá del 80% de su valor, y superando el 40% de los ingresos netos de los deudores sin el debido control del Banco de España. Siendo en muchos casos más que un problema de crisis, una estafa de los directivos y de sus controladores. El Estado dedica miles y miles de millones a los bancos (sin ninguna contraprestación de destinarlos a los préstamos a empresas y particulares, origen de nuestra crisis) pero que deja en la estacada a miles de impositores, como en la CAM, donde el valor que han dado a sus cuotas participativas es cero (una confiscación permitida por las autoridades financieras).

¿Pero queda algo bueno de la marca España? Parece ser que exportamos maquinaria de alta tecnología en generadores aéreos, que la calidad de nuestros productos agrícolas son excepcionales, el sistema hotelero y de restauración en el trato con los turistas es uno de los mejores de Europa, que somos el número uno en trasplante de órganos, y se establecieron por los socialistas derechos cívicos como el reconocimiento del matrimonio entre dos personas del mismo sexo, del divorcio sin tener que alegar causa, y el aborto a plazos. Y últimamente el triunfo de nuestros deportistas, sean motoristas, automovilistas, baloncesto y sobre todo fútbol con el triunfo de La Roja (no sé si se dice para molestar a la derecha, o para no molestar a los nacionalistas separatistas) así que se airean banderas españolas y se oyen gritos de "soy español, español". Curioso es que el origen de la palabra español sea extranjera, venida de los franceses del sur (concretamente de La Provenza), ya que un buen castellano diría españuelo, según demuestran Rafael Lapesa y Américo Castro. Hasta en esto somos raros.