Hay una regla económica universal: todo país pobre se caracteriza porque apenas se pagan los impuestos directos o sobre la renta; y en los países desarrollados sus ingresos dependen de que haya más o menos corrupción política. Y la corrupción se mide por el grado de transparencia en la actividad pública y económica privada.

En la época del franquismo nadie pagaba impuesto de la renta, durante la transición se empezó a pagar el impuesto. Para estimular su pago el Gobierno socialista en el poder, publicó la declaración de los contribuyentes, pero tal fue el escándalo por la ocultación de ingresos de las clases económicas más ricas, que al año siguiente se suprimió. En España ahora nos enteramos de que la Iglesia no paga el IBI, junto con fundaciones de interés social y sin ánimo de lucro, así como titulares de edificios históricos o protegidos. En Madrid, por ejemplo, no pagan el IBI los hoteles Palace y Ritz, así como la Telefónica.

Es decir, como siempre los muy poderosos, sean hoteles de lujo o la Conferencia Episcopal Española se libran de pagar los impuestos que recaen sobre los ciudadanos medios. Lo que necesitamos es publicidad y transparencia de los inmuebles de la Administración, de las empresas y de la Iglesia. Hay que hacer previamente un inventario y calcular lo que pierden las arcas públicas por la exención del impuesto del IBI.

La Iglesia (la mayor propietaria de bienes inmuebles en España) no paga el IBI por mil razones, ante todo porque es la Iglesia y punto. La Iglesia ha inmatriculado miles de inmuebles a nombre del Obispado o lo que es peor a nombre de un Estado extranjero como es la Santa Sede, el Vaticano o la santísima iglesia católica, apostólica y romana, y todo ello con la simple firma del obispo, y a veces sin eso, con la firma del delegado episcopal. En Navarra ha sido un escándalo y se ha formado una asociación en defensa del patrimonio navarro. Sólo en La Coruña y sus alrededores tiene la Iglesia inscritos más de 120 inmuebles con un valor catastral de más de 40 millones de euros, así que calculen ustedes lo que se ahorra la Iglesia con la bendita exención del IBI.

El fraude fiscal se calcula en miles y miles de millones de euros; y la última ocurrencia del Gobierno es establecer una amnistía fiscal, de tal manera que el que declare su patrimonio defraudador solo tiene que pagar el 10% de su importe, y se calcula que se pueden ingresar más de 2.500 millones de euros. Pero los demásÉ ¡a pagar! que esto es solo para los defraudadores, imbécil. En el impuesto de sociedades y de la renta, son tales las posibles deducciones, que siempre se paga menos que los funcionarios y empleados.

Resultó escandaloso el caso del que fue ministro, Piqué, que se descontaba el alquiler de su chalé de recreo y veraneo como gastos de sus sociedades. Pero en España ¿quién paga los impuestos? Pues los de siempre, y que encima tienen que soportar el "rescate" o la línea de crédito europeo (buen eufemismo de Rajoy) que se dará a los bancos despilfarradores y si estos no pagan se tendrá que pagar entre todos los contribuyentes. ¿Y por qué en vez de dar el dinero a los bancos, no se les da a los hipotecados, que al perder su empleo van a perder su casa y todo lo suyo? Pero sólo hay dinero para el dinero, como dice el dibujante El Roto.

También desanima pagar los impuestos para pagar las comidas y cenas (para dos) y estancias en hoteles de lujo en Puerto Banús en las semanas caribeñas del excelentísimo señor Dívar, presidente del CGPJ y del Tribunal Supremo, para compensar el raquítico sueldo de 130.000 euros, y que solo ha pedido (según él) la "miserable" cantidad de 13.000 euros para dichos gastos marbellíes.

Mientras no devuelvan sus sueldos y pensiones Rato y compañía, y dimita el señor Dívar, no deberíamos pagar ni un duro de impuestos. Pero no me vais a hacer caso los que siempre pagáis, que los defraudadores ya están en ello, esperando la próxima amnistía.