El 17 de mayo, Monserrate Guillén, dejó para los anales de la historia de Orihuela una frase de hondo calado político que fue titular de primera página del periódico: "Tienen ustedes un mes para presentar una moción de censura", y lo dijo sin rubor. La noche anterior, el alcalde de Orihuela había perdido una moción de confianza y cerró así la sesión con una invitación al PP a buscarse la vida para echarlo del sillón, algo que sabía y sabe que no puede hacer, al menos, por esta vía. Un mes y medio antes, el 29 de marzo, el inquilino del despacho de la Esquina del Pavo había sido ya reprobado por el pleno. En esta ciudad, en la que decirle a alguien sinvergüenza, corrupto o ladrón parece que duele menos que darle los buenos días, nadie se ha parado aún a pensar qué supone en Democracia el hecho de que en poco más de un mes y medio el primero de todos los oriolanos haya perdido por dos veces la confianza de la mayoría de los ediles que representan a sus convecinos y las consecuencias que eso debería tener. Aquí da igual si ese eres tú.

Estoy seguro que si hubiera sido la alcaldesa Antonia Moreno nunca habría consentido pasar por lo que ella y el resto le ha hecho pasar a Guillén -y por lo que a éste todavía le queda- y con el único afán de perpetuarse en los cargos porque la única excusa que tienen es: "Si gobernamos nosotros, no lo hará el Partido Popular". Es tanta la avaricia de poder que decidieron, como no eran ellos los reprobados, obligar a Guillén a agachar las orejas y meterse en un matadero para someterse a un escarnio público y que le colgaran, junto a la etiqueta de: "Alcalde de Orihuela 2011-.....,", otra que dijera: "Fue el primero que perdió en Orihuela una moción de confianza". Podían haber prorrogado los presupuestos para evitarle el mal trago, pero tenían y tienen en Guillén (para algunos temas) a un alcalde dócil que, por el bien público o por seguir en el cargo, quién sabe, está dispuesto, si hace falta, a hacer cola en el besapié de Nuestro Padre Jesús.

La realidad es que uno no sabe quién realmente y a un día de cumplirse un año de legislatura está o sigue legitimado para gobernar la ciudad: Si el alcalde que está en minoría o la mayoría que está en la oposición. Bueno, esa es una cuestión que se resolverá con el paso del tiempo, un tiempo que marcará la "prima de riesgo de Orihuela", que es doble. Por un lado, lo que Guillén aguante a sus socios de gobierno sin volver a decirles que, si le obligan a esto o a lo otro, dimite; y, por el otro, la capacidad que tendrá el PP para agotarlos antes con medidas de tan bajo perfil político como quitarles el sueldo. Pero ahora está permitido todo y, los que quieren mandar no atienden a razones porque el tiempo corre en su contra y saben que cada día que pasa, más ahora que están imputados en el Brugal, tienen una sangría de votos y de pérdida de control del partido. Algo que, curiosamente, sólo ha logrado taponar el propio equipo de gobierno con sus trifulcas internas. "El Partido Popular -pensará el ciudadano- lo hacía mal, pero al menos no montaba cada día como el tripartito un "Sálvame de luxe"".

En cualquier caso y en estos momentos da la sensación que la legislatura del "tripartito" está acabada porque faltan ideas, hay concejales desaparecidos y otros que sólo saben de proyectos megalómanos. Y esto da ya más para una tesis doctoral sobre psicología o sociología que sobre política porque aquí lo que ha prevalecido y prevalece no ha sido ni el interés general ni la ideología sino la suma de egos, que ha sido y sigue siendo el gran e insalvable problema. Un ego tal que nunca ha cabido en el Palacio del Marqués de Arneva y que, en algunos casos, ha respondido más a intereses privados que a públicos. No nos engañemos, aquí todo el mundo sabía con quién firmaba la sociedad del tripartito y lo que algunos esperan sacar de ésta antes de que se finiquite si encuentran quién se lo firme.

Lo más triste de esta situación es que si usted abre el periódico cualquier día se encontrará con proyectos de gestión, mejor o peor resueltos, criticables o no. Y puede pensar que todo esto que aquí se cuenta, que en definitiva es lo que pasa en el "cuarto de máquinas" del Ayuntamiento, no es tan importante si, al final, el barco navega... aunque cada uno de ellos reme por un lado. Bueno, a eso se agarraba el equipo de gobierno hasta hace poco: a un grupo de concejales que se habían dedicado a gestionar sus respectivas áreas sin mirar hacia otro lado y a lograr objetivos que no eran fáciles y que por sí solos hubieran justificado de sobra esta legislatura: basuras, Montepinar (bueno, esto mejor borrarlo de la lista), deuda municipal, urbanismo, cultura, bienestar social, mercados, turismo, costa, playas,... aunque bien es cierto que en algunas áreas sólo era preciso que siguieran como estaban porque funcionaban y, ya se sabe: si algo funciona, mejor no lo toques.

En todas ellas, decía, se ha gestionado con aciertos y con errores, incluso nos han vendido humo, pero el barco avanzaba a paso lento a pesar de reproches, insultos y desplantes gracias a una pequeña fuerza de concejales sin color político y a un alcalde que no le ha quedado otra que dar la espalda a buena parte de sus convicciones políticas para llevar a feliz puerto esta nave... al menos hasta ahora.

Mañana se cumple un año desde que un regidor que no es del PP se sienta en la Alcaldía y eso no pasaba desde hace un cuarto de siglo. A uno le parece que muchos vecinos que entonces apoyaron cualquier opción que no fuera la del gobierno de Mónica Lorente ya sólo ven con buenos ojos que el regidor siga siendo Guillén y rechazan a Moreno y Mancebo. A ellos, obviamente, no les parecerá así, pero es el único que, repudiado o censurado, se salva de la quema con sus muchos errores. Las jornadas que transcurrieron entre el 23 de mayo y el 11 de junio de disputas y peleas por la Alcaldía fueron un fiel reflejo de lo que hemos visto en estos doce meses y que es poco para lo que se aventura.

Saber cuánto tiempo podrán aguantar sin sueldos es una pregunta menor si tenemos en cuenta que, como siempre, algunos siguen mirando a sus propios intereses. Guillén, que lo tiene todo perdido y todo ganado en esta aventura de gobernar, nadie nunca le quitará el título de reprobado, pero tampoco el de alcalde. Él tiene que hacer frente, ahora que la presión del PP aumenta, a nuevos envites de sus socios, y estos pasan por aguantar en el barco a los dos que más cuentan: a Mayoral, a la que todos quieren tirar por negarse a firmar lo que le están poniendo por delante; y a Vidal, del que CLr le pide desde hace semanas el cese. ¿Ven? mientras Lorente aprieta, PSOE y CLr haciendo la guerra por su cuenta. Nadie sabe cuánto aguantará el equipo de gobierno en esta situación si el PP les quita el sueldo, pero me temo que a algunos nos les preocupa. Los mismos culpables de haber llevado al "tripartito" a esta situación de minoría, por acción y por omisión, están llenando maletas de papeles y facturas conseguidas en las concejalías para garantizarse la feliz jubilación en la oposición, donde algunos ya están deseando llegar porque se sienten mejor y ahora tienen material contra el PP para tres años y esto, lo reconozcan o no, es lo único que les pone.

Y en este tiempo que nos queda de legislatura querrán conseguir que la gente se olvide de lo mal que lo hicieron aquella vez que Orihuela les dio la oportunidad de gobernar. Y volverán a pensar que dentro de tres años los van a volver a ver como una opción política de futuro. ¡Ja!