"El sollozo del hierro".

Teatre Arniches de Alicante.

Producción y coreografía: Arrieritos.

Intérpretes: Patricia Torrero y Florencio Campo.

Dirección: Carmen Werner.

La compañía madrileña Arrieritos, creada en el año 1996, viene precedida del éxito con los notables premios que han obtenido algunos de sus espectáculos. La fusión de estilos bailables, musicales y escénicos marca una línea de trabajo basada en la investigación colectiva que busca su identidad. Lo alternativo es el hábitat donde se desenvuelve este grupo que el viernes presentó El sollozo del hierro, una historia de amor inspirada en las relaciones de Miguel Hernández con su querida esposa Josefina Manresa. No deja de ser una simple suposición. La propuesta quiere sugerir poéticamente y de forma intimista. Reflejar el vínculo entre ambos de un modo intemporal. Pero también marcado por las espinas de un periodo de nuestra historia. Y no es que se plasmen la definición política del poeta, sus versos o el marco en el que se desenvolvió su existencia. La coreografía de Arrieritos, con dirección de Carmen Werner, se ocupa del nexo amoroso impregnado de algunas turbaciones. Patricia Torrero y Florencio Campo asumen con entrega y vigor los pasos de danza flamenca y contemporánea en un clima de penumbra principalmente. Ella zapatea. Él silba y da sus primeros movimientos. La intérprete baila, se acercan el uno al otro y los dos exponen su tarea con ágiles braceos, giros y acciones de piernas. Una envoltura que también acoge la percusión corporal, el contacto físico con el suelo o con una pared como ingredientes de la expresión. No faltan los retozos. Se oyen voces líricas, un suave zumbido, notas musicales de piano y la popular copla Ojos verdes, relacionada con los poemas Romance de los ojos verdes, de Rafael de León, y Romance sonámbulo, de García Lorca. Bien están el riesgo y la poesía a través de la danza. Pero ciertas carencias, el exceso de parquedad o las reiteraciones, pocas veces superadas, no ayudan a subir el tono durante los escasos 60 minutos. Unos relojes de arena simbolizan la fugacidad de la vida. Pueden verse el soporte de una antigua máquina de coser y un añejo instrumento de labranza como evocación del mundo rural. El prestigio de Carmen Werner logró el Premio Nacional de Danza 2007 en la modalidad creativa.