La sociedad española está indignada, cabreada y, espero, que no resignada. Y entre los millones de indignados que somos también están los profesores de la enseñanza pública. Por eso, los docentes de nuestra Comunidad han llevado a cabo jornadas reivindicativas en defensa de una enseñanza pública y de calidad. Además de estos paros los sindicatos representativos de la enseñanza (UGT, CC OO, ANPE, CSIF y STEs-i) han convocado huelga general estatal, para el próximo martes día 22, en el sector de la educación pública. Está convocada contra los recortes y en defensa del servicio público educativo. Se estima, según el propio Gobierno, que serán unos 3.000 millones de euros adicionales los que en el sector educativo se van a recortar. Es curioso que las decisiones del gobierno de Rajoy y del ministro de Cultura y Educación, José Ignacio Wert, hayan conseguido que se unan, por vez primera, sindicatos de distinta ideología. El recorte en educación va a suponer un retroceso histórico y algunas medidas como la masificación de las aulas, el incremento del horario lectivo, reducir las becas, congelar la oferta de empleo público o el que no se cubran las ausencias del profesorado mientras estén de baja laboral va a suponer una pérdida en la calidad de la enseñanza pública. Es, sin ningún género de duda, un ataque sin precedentes a la enseñanza pública de calidad.

Retroceder en el gasto de educación significará, en la práctica, volver a las cavernas oscuras de la enseñanza pública y obligará a miles de jóvenes a dejar los estudios de manera anticipada. Ocurre lo mismo con el presupuesto en investigación e innovación y su recorte significa que a los investigadores se les obliga a emigrar a otros países en busca de un empleo de calidad. El gobierno del PP está dinamitando todo el avance que en educación, investigación e innovación se había conseguido en nuestro país, y está hipotecando el futuro de varias generaciones y nuestro bienestar. La huelga general, en el ámbito educativo, es justa y necesaria.

Lo que este Gobierno está haciendo con la educación pública es intentar degradarla en beneficio de lo privado, que es donde está el negocio. ¿O no? A los padres, profesores y a los alumnos lo que realmente les importa es la calidad de la enseñanza pública. Es decir, a la comunidad educativa de nuestro país lo que verdaderamente les motiva para trabajar es la formación de generaciones y generaciones de chavales que serán el fundamento o no del futuro de nuestro país. La educación es progreso, es libertad de pensamiento, es conocimiento; en definitiva, todo aquello que el PP quiere eliminar y dinamitar.

Muchas veces para justificar los recortes del gobierno de Rajoy se hace alusión a países de nuestro entorno como Suecia, Francia, etcétera. Y hay que decir la verdad y decir las cosas como son: por un lado en estos países los ricos y las grandes fortunas pagan una tasa para ayudar al Estado a salir de la crisis y, por otro, son países donde la capacidad de renta salarial es muy superior a la española. Y, además, en ningún país de nuestro entorno se ha hecho un ataque tan salvaje al Estado del Bienestar como el que aquí está haciendo el Gobierno del PP. Comparaciones sí pero en todo, no sólo de manera parcial e interesada. Por cierto, cuando un gobierno -del signo que sea- necesita hacer una campaña de propaganda para explicar "las bondades de sus medidas" es que no son tales bondades; lo expuse también cuando Zapatero era presidente. El problema no es la falta de comunicación o explicación de tal o cual medida ya que el verdadero problema es la política que se ejecuta desde el Consejo de Ministros. Presidente Rajoy, no es que los ciudadanos no entiendan sus medidas sino que están en contra de ellas. Ah, y el ampararse en una mayoría absoluta -como defensa de una catarata de recortes y subidas de impuestos- no le hace ser más creíble sino más autoritario y menos dialogante con los grupos parlamentarios y con los agentes sociales; en definitiva con el conjunto de la sociedad. Su origen gallego nos tiene confundidos; no sabemos si sube o baja la escalera. Es verdad, no sabemos de usted si sabe ser presidente o no; lo que sí sabemos es que prefiere salvar a los bancos que salvar a otras empresas; prefiere inyectar dinero a la banca quitándoselo a los ciudadanos, y prefiere recortar a los de siempre para no castigar a sus "protegidos" -los ricos y las grandes fortunas-. Ah, también sabemos que prefiere hacer todo aquello que negó en la campaña electoral y mientras estuvo en la oposición.

Presidente Rajoy, ha hecho recortes en sanidad, en educación, en servicios sociales, ha subido los impuestos a todos los asalariados, ha subido las tasas por receta farmacéutica, ha impuesto una reforma laboral que favorece el paro, etcétera. Pues bien, a pesar de todo lo que está haciendo -con el perjuicio que significa para las clases medias y bajas de nuestra sociedad- en beneficio de los famosos "mercados financieros" estos no le creen o son insaciables. ¿Por qué digo esto? Simplemente porque España está al borde del abismo; la prima de riesgo con máximos anuales y la bolsa en mínimos preocupantes. Y usted erre que erre, ya que cada viernes toca más madera para un mueble que no sabemos si lo vamos a poder terminar, en qué condiciones pondremos la última balda o simplemente habrá que cambiar de mobiliario. La sociedad española merece otro carpintero o ebanista, y nos merecemos a alguien que nos diga la verdad. Luego están los entendidos y expertos como Paul Krugman, premio Nóbel de Economía, que recientemente ha vaticinado un "corralito" para España e Italia, y la salida de Grecia del euro. Hoy se necesita prudencia y confianza. Presidente, diga la verdad a los ciudadanos, y trabaje por un pacto nacional -político, social e institucional- que ayudaría a salir de la crisis y rebajaría la presión de los mercados sobre nuestro país.

Señor Rajoy, una sociedad indignada, como la educativa, necesita ser oída y escuchada. La indignación -ahora que el 15M ha cumplido su primer añito- crece por momento y sigue vigente, aunque los ciudadanos sean unos verdaderos sufridores silenciosos. En palabras del escritor José Luis Sampedro "lo que más me indigna es la indiferencia con que se contemplan las cosas, en general. Y en los dirigentes la ignorancia y la soberbia". Profesor, a mí también me indigna la mediocridad en el liderazgo.