No hay milagros que valgan. Pese a las rogativas religiosas, agnósticas o ateas (según las convicciones transcendentales de cada cual acerca de un "Big Bang" que surgió de la "nada" o del creacionismo surgido de la voluntad divina) desplegadas por el populacho para que el tormento a que se le somete día sí día también acabe, no hay milagro que valga, sigue sin llover el maná de la fe, la esperanza y la tranquilidad, al tiempo que crece la cizaña del paro, la prima única y la hermana de la caridad. Pero es que las cosas nunca son fruto de la casualidad, sino de la causalidad, y España constituye un buen ejemplo de ello. El Gobierno salido (entiéndanme) mayoritariamente de las urnas hace solo unos meses jura y perjura -sobre todo los viernes- que está haciendo sus deberes correctamente, como Dios manda, no solo los que se impone a sí mismo como penitencia por los pecados cometidos por el PSOE en el anterior mandato gubernamental, sino también, y sobre todo, los que le impone Bruselas vía Air Berlín. Pero hay que tener mucha fe para creer en el Big Bang de este creacionista Gobierno. Apenas levantamos el borde de la alfombra (sea nacional, autonómica, provincial o local; financiera o de organismo público subvencionado; de una u otra ideología, de uno u otro partido o sindicato), aparece el polvo acumulado durante años junto a la nueva basura que intentamos ocultar.

Es ese polvo (entiéndanme) mal echado bajo el felpudo el que no acaba de convencer a nadie, sea Alemania, sea Bruselas, sean los mercados, sea la prensa "especializada" anglosajona, sean las agencias de calificación, o seaÉ que así nos va. Hacemos los deberes, pero da la impresión de que estamos recitando siempre el mismo tema, la misma lección una y otra vez para hacerle creer al "maestrescuela" que estamos preparados para pasar de curso. Pero como el profesor que nos está examinando (educado en las raíces y modos luterano-calvinistas) no permite que el alumno pase de curso con cuatro suspensos -lo que sí se consintió aquí-, ya puede volver la burra (entiéndanme) al trigo que seguimos saliendo en la infame foto de los repetidores castigados sin recreo ni bocadillo, llenos de mocos. Somos lo que aparentamos, al menos visto desde fuera, que es el lado de la foto que conviene tener en cuenta. Si no se lo creen ustedes dos, creacionistas impenitentes, menos aún se lo creerán los otros dos, más proclives a una explicación científica fruto del estallido financiero y nuestros carpetovetónicos terremotos. No es retórica reflexión, no. Observen atentamente el universo patrio y, cuando lo vean negro, me invitan a una espumosa cerveza en el Little Duke del Paseo de Gadea, mucho más rubia.

Nuestra anterior ministra de economía, vicepresidenta del Gobierno, asesora de multinacionales e inventora de la teoría de los brotes verdes como demostrativa de la recuperación del Universo español, Elena Salgado, dijo no ha mucho que teníamos uno de los sistemas financieros más sólidos y seguros del mundo. Para que no hubiera dudas, su jefe de observatorio, un Merlín avant la lettre, Rodríguez Zapatero, nombró -sin consenso del PP- a un astrónomo de primerísimo nivel especializado en agujeros negros (entiéndanme) financieros. Acertó. Miguel Ángel Fernández Ordóñez, conocido en la comunidad científica patria como "Mafo", gobernador del Banco de España, secretario de Estado de Economía con González, presidente del Tribunal de Defensa de la Competencia con Felipe y secretario de Estado de Hacienda con Zapatero, casado con Inés Alberdi (hermana de Cristina Alberdi), directora ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para las Mujeres y exdiputada de la Asamblea de Madrid por el PSOE (una muestra de cómo repartir la pobreza entre todos para que alguno de ustedes dos vaya calentándose laboralmente; ¿se le ha pasado ya el calentón?); bien, pues Fernández Ordóñez escrutó día y noche, sin descanso el sistema bancario español, observó con su privilegiado telescopio (entiéndanme) la evolución y solvencia de las cajas de ahorro, avisó con antelación de la posible caída de meteoritos tóxicos para proteger así nuestro alcázar financiero, y consiguió hacerlo inmune a los siniestros virus del ladrillo. Hechos los deberes, informó a sus colegas luterano-calvinistas de la bonanza que reinaba en la cosmogonía bancaria española. Acertó. Tanto, que el resto de científicos, para liberarle de su trabajoso, eficaz y ejemplar esfuerzo por controlar las intrincadas y esotéricas leyes que rigen el cosmos de las finanzas, ha pedido al Reino de España (É mañana será republicana) que los nuevos informes astronómicos sean realizados por observadores ajenos a la esfera de influencia de tan celestial estrella. Acertaron.

¿Cómo no vamos a ser lo que aparentamos? ¿Cómo quieren que nos tomen en serio? ¿Cómo quieren que nuestra prima de riesgo no suba por las nubes junto a su prima Angélica al cielo de su primo Miguel Ángel? ¿Cómo quieren que nos quieran si solo les contamos mentiras? ¿Cómo no queremos estar al borde del abismo cósmico? ¿Cómo quieren que el pueblo, contagiado por las babas tóxicas de tanto irresponsable, les quiera? ¿Cómo quieres niña que te vaya a ver si salgo de guardia y entro de cuartel?