España está enladrillada, quién la desenladrillará, el desenladrillador que la desenladrille buen desenladrillador será. Trabalenguas hispano con el que más que nunca esperamos que nadie se equivoque. Los errores han sido la causa del trabalenguas, no el efecto, justo al revés de lo que se pretende con el juego de palabras de difícil articulación donde se busca la equivocación como efecto. Este fin de semana se han puesto a la faena. De Guindos pretende ser el candidato número uno a desenladrillador, confiemos que le vaya mejor que como asesor financiero cuando recomendaba la compra de cuotas participativas de la extinta CAM. En la rueda de prensa tras el consejo de ministros de los viernes, fue sin duda "la diva" sin desmerecer la sempiterna figura de la vicepresidenta Soraya. La muestra el botón de Bankia.

Consultada Bruselas, ya tienen la solución para desenladrillar a España: a través de sus bancos. Lo que hasta el mismo viernes se negaban a autorizar a las entidades financieras, la creación de los llamados bancos malos que soportaran los cacareados activos tóxicos, van ahora y lo obligan por decreto. Así son nuestros políticos, donde dije digo, digo Diego. Nuestro ministro ha puesto en manos de los expertos que resolvieron problemas similares en Irlanda y Reino Unido para que depuren el riesgo inmobiliario existente en nuestro sistema financiero. Lo que se hizo al principio de la crisis en Europa, mientras aquí presumíamos alegremente de tener el mejor sistema financiero del orbe, parece llegado el turno a nuestros bancos. Tarde y esperemos no tan mal como casi siempre. Los tasadores independientes se ocuparán de trasladar a las sociedades de gestión los activos tóxicos que puedan permitir con su salida el saneamiento de las cuentas de resultados, ofreciendo una exención impositiva del 50% de las rentas derivadas de la transmisión de inmuebles para incentivar a los futuros compradores.

Aparte las entidades deberán proveer 30.000 millones para sanear los créditos referentes a inmuebles y suelo, dislate por el que soportan la mayoría de entidades terrenos calificados como urbanizables sin posibilidad legal de que puedan clasificarse como tal: te doy cien millones en crédito por el suelo rústico con el aval de la promesa de convertirlo en urbanizable con la connivencia del alcalde o concejal de Urbanismo de turno. De no poder sufragar tal dotación, las entidades deberán recurrir al dinero público que nos explican se les prestará a un interés del 10% a devolver en cinco años, si tampoco a nacionalizar para luego privatizar. Se cierra el círculo: Se gastan pródigamente nuestros dineros depositados en las entidades financieras, especulando por su cuenta y dotándose de sueldos millonarios, retiros dorados y blindajes de vértigo, al tiempo que pasan el pasivo y deudas por su cuenta contraídas al activo, que inunda de dinero flotante las empresas de los señores del ladrillo, para terminar todos forrados menos los que tenemos que poner de nuevo dinero de nuestros impuestos para que se restablezca la normalidad financiera y el crédito vuelva a fluir correcta y moderadamente. Todo sin que por el momento ningún responsable de este gran circo de los desatinos financieros haya olido cárcel ni devuelto un duro de lo mucho que se han llevado. Todo sin que se dé una solución legislativa a la vergüenza de las preferentes y deudas subordinadas.

Los responsables tienen nombre y rostro, incluso algunos siguen ostentando cargos de relevancia, cada uno con su grado de responsabilidad. Todos queremos que la crisis termine de una puñetera vez, aun a costa de que contribuyan únicamente los de siempre, pero para que no se nos quede la cara de tonto, lo que el ciudadano exige sin fisuras son depuración de responsabilidades, escarmiento, sanción y condena según nuestras leyes y tribunales. Directivos, consejeros, regulador, comisión nacional del mercado de valores, institutos de finanzas autonómicos, gobiernos y administraciones de cualquier nivel, busquen entre ellos, comparen y encontrarán a los responsables con que ejemplarizar en previsión de futuros enladrillamientos.