El pasado 26 de abril (Día de la visibilidad lésbica, por cierto), La Vanguardia publicó un estupendo artículo de Soledad Puértolas, del que no me resisto a reproducir algunos fragmentos que sintetizan el sentir de muchas de nosotras: "Demasiado a menudo, las mujeres nos encontramos solas a la hora de defender ciertas cuestiones que tienen que ver con el sexismo y el machismo (É) Parece que una parte del género masculino considera que cualquier injusticia ejercida contra las mujeres es algo que sólo nos incumbe a nosotras y contra lo que estamos obligadas a batallar solas".

Algo muy similar pasa con las lesbianas, gays, transexuales y bisexuales a la hora de defender sus derechos. La implicación de las personas heterosexuales en estas causas es mínima. Sin embargo, la raíz de la discriminación por razón de sexo y de orientación sexual, así como por identidad de género, pertenece al mismo tronco: el sistema patriarcal. La clave de bóveda de este sistema es la división de la humanidad en dos modelos arquetípicos y yuxtapuestos que marcan el deber ser de cada persona (lo que se denomina mandatos de género) según su sexo biológico: masculino y femenino. La transgresión de los mandatos de género conlleva siempre una sanción, aunque ésta se limite a cierto reproche social. Así, por ejemplo, se critica a una mujer que preste más atención a su profesión que a sus hijos o, a la inversa, se critica a un hombre que preste más atención a sus hijos que a su profesión. Los mandatos de género no operan con idéntica fuerza ni, por tanto, el rebelarse contra ellos se reprime con la misma intensidad. La heterosexualidad es el mandato de género sobre el que se edifican todos los demás, y, por tanto, su transgresión es fuertemente reprimida. Así, el mandato principal del sistema patriarcal es ser heterosexual o, más bien, aparentar serlo. Sólo de esta manera, por ejemplo, se entiende el empeño en oponerse a los matrimonios entre personas del mismo sexo, adoptando soluciones tan ilógicas y ridículas como darles una denominación diferente. De ahí la importancia de lo que conocemos como "salir del armario", es decir, de visibilizar la orientación sexual. Este miércoles, 17 de mayo, es el Día Internacional contra la LGTBfobia. Movilizarse por la erradicación de la lesbofobia, homofobia, transfobia y bifobia no concierne sólo a las personas no heterosexuales. La condición para erradicar la discriminación y, por tanto, para alcanzar la igualdad es que la diversidad (y no la homogeneidad de dos modelos ideales, como ahora sucede) sea el único modelo de lo humano. Reivindicar la diversidad afectivo-sexual, en consecuencia, es reivindicar la igualdad, sin la cual, aunque lo llamen democracia, no lo es ¿Entiendes?