Si el recurso que piensa presentar no prospera, la Generalitat tendrá que hacer frente a la inyección de 265 millones de euros destinada a la construcción de la Ciudad de la Luz que la Comisión Europea acaba de declarar ilegal. ¿¡Pero qué son 44 mil millones y pico de las antiguas pesetas para las arcas autonómicas!? Teniendo en cuenta la disponibilidad de tesorería, nada. Qué más da lo que pidan si no quedan dos duros disponibles. Cada jornada que avanza, el presidente Fabra se encuentra con una nueva alegría. Ayer se le notaba ya en el tono de la reacción sobre este último contencioso, que no puede más de lo contento que está. Al hombre le ha tocado recoger los frutos de una manera algo laxa de entender la gestión pública por parte de los antecesores de su formación en el cargo, ahora que la vaca lechera se ha quedado en una ensoñación y que todo pasa factura, menos éstas, que no hay quien las cobre. Cuando no es la traca del circuito de fórmula 1 la que estalla en las manos, es ese edificio de nunca acabar del genio Calatrava el que se viene abajo. Yo no sé si la Comisión Europea examina más asuntos además de los que surgen aquí o, si visto lo visto, al final ha optado por especializarse. Es posible que esté incluso harta de coles, convencida de que eran de Bruselas, hasta que se han dado de bruces con la transformación experimentada en nuestra huerta y la variedad de productos inverosímiles que somos capaces de montar. Porque, si al invento de traerse rodajes a base de soltar más y más le han dicho que nanay, como desentrañen la otra historia temática, de allí no sale vivo ni Barbarroja. Entre otros, esperemos que no haya que devolver a Gerardo Camps, que tanto tiempo estuvo al frente de los llamados grandes proyectos, ya que es lo único que le hace falta a la construcción europea. Pero que se anden con ojo porque, la escuela, ahí está. Sin ir más lejos, galanes nos sobran.