La vida es injusta como nos demuestra cada día, sobre todo los viernes en los consejos de ministros, este gobierno, apodado ya el de los recortes. Las crisis siempre las costean los mismos, es decir, los asalariados. El axioma que pague más el que más gana se ha transformado por el que pague más el que más declara a Hacienda. Sin embargo, hay grandes fortunas que "esquivan" el afán depredador de un Ejecutivo que se ve incapaz de sostener los servicios públicos, como reconoció Rajoy, con birrete en la cabeza, durante su nombramiento doctor "honoris causa" por una universidad colombiana. El PP ha sacado la tijera para podar todos los flancos del Estado del bienestar. Los dos pilares de esa denominación cada vez más en desuso, educación y sanidad, son diezmadas cada día con el argumento de que no hay más remedio, no hay dinero. Y uno, que es un malpensado por naturaleza, le da por meditar si aparte de una cuestión económica hay detrás de estas acciones impopulares un componente ideológico que se intenta enmascarar con una maraña de números aterradores; el miedo es un factor paralizante. Un ejemplo: la subida de hasta un 50% de las tasas universitarias es un misil lanzado contra la línea de flotación de la clase media. Además, los alumnos repetidores tendrán que pagar tres veces más si quieren volver a matricularse. Para el singular ministro José Ignacio Wert debe ser lo mismo aprobar o suspender una asignatura de una ingeniería, medicina , arquitectura... que otra de una carrera de las denominadas más flojas, no digo nombres por no ofender. Claro, el hijo del rico podrá repetir sin mayor problema porque la cartera de sus papás así se lo va a permitir. ¿Y qué pasará con las becas? Probablemente retrocedamos 40 años; si eres un genio te tocará cambiar de país para no morirte de asco. Se busca la selección natural: los mejores puestos de trabajo seguirán acaparándolos los hijos de los más pudientes. Pero ante tanto desasosiego, un dato positivo, tendremos menos universitarios y mano de obra más barata, que al fin y al cabo es lo que cuenta para mantener el corralito liberal.