Entre los beneficios de la libre circulación y los empleos cada vez más precarios, nuestros jóvenes intentan hacerse un camino en la Europa en crisis. Así, el paro juvenil en España llega hasta el 46%, mientras que el paro juvenil en Europa alcanza el 21%. Muy raro son los políticos que se enfrentan a este problema, y por tanto la situación es muy alarmante. Para tener las ideas claras de esa catástrofe nacional, conviene empezar comentando que cuando se llega a final de la escolaridad (16 años) la tasa de fracaso escolar alcanza el 31% aproximadamente (somos el campeón de EuropaÉ). Lo que supone que a miles de jóvenes se les vea deambulando por las calles, sentados en los bancos comiendo pipas o hablando a través de "whatsapp". Los que han tenido más suerte hincando el codo se encuentran con un diploma enmarcado y colgado en la pared de su habitación... En el pasado no muy lejano, la media era de dos años para encontrar un trabajo, ahora esa cifra está entre los cinco y los diez años. En la espera, encuentran un trabajilloÉ precario. De ahí viene por parte de psicólogos y sociólogos la definición de nuestros jóvenes de la "generación precaria".

No paro de pensar y hacerme miles de preguntas acerca de estos jóvenes divididos en dos clases: los de "sin estudios" y los de "con estudios", pero en ambas ocasiones, con la misma pregunta: ¿Qué porvenir me espera? Nosotros, los padres, siempre hemos luchado para que nuestros hijos no tengan lo negativo (materialmente hablado) de la época que hemos vivido; aunque a veces hayamos sido criticados injustamente por ellos, debido en parte por esa pérdida de valores en la familia y la avalancha, terremotos y tsunami de la sociedad de consumo. Los jóvenes actuales, afortunadamente, aspiran a mejores condiciones de vida y a su desarrollo personal, pero poco a poco se dan cuenta que no tienen la certeza de logralo; desgraciadamente en la mayoría de los casos lo que les espera es un salario más bajo, peor calidad de vida, y una jubilación más complicada y mucho más modesta. La consigna empresarial de más flexible y menos exigente esta hoy en vigor. Los poderes políticos han conseguido que nuestros jóvenes dejen su ciudad y su país, sumiendo éstos el frecuente cambio de trabajo y de lugar con el detrimento de su vida personal, privada, y la angustia de no establecerse en ningún lugar, con el perjuicio de no llegar a formar un hogar familiar. Se constatan diversas reacciones e iniciativas por parte de nuestros jóvenes; unos, se indignan y protestan; otros, emigran soñando un trabajo; algunos montan un negocio para ser más independientes adquiriendo una cierta libertad, frustrado para algunos con precariedad económica y profesional.

La Unión Europea, los gobernantes, la clase política en general no han querido que este proyecto europeo sea conectado por los ciudadanos (por mucho que digan lo contrario); el hombre y la mujer de Europa han sido considerados como simples consumidores y productores, dejando de lado la educación, cultura, la investigación, claves esenciales de progreso de las generaciones futuras. La inoperancia a las soluciones de los problemas como crisis económica, debilidad y flaqueza del sistema educativo, la falta de cualificaciones decisivas, la incapacidad general de reformar el sistema y la negativa de Europa y los políticos en dar protagonismo a los jóvenes han provocado distancias entre el poder y los ciudadanos, favoreciendo la incomprensión y el miedo. Y, desde luego, no puede haber proyecto y desarrollo europeo con incomprensión y miedo. El proyecto profesional es fundamental para emanciparse... pero, hay que ir más lejos, son ellos, los jóvenes, los protagonistas; son ellos, con su voz y su pluma, los que tienen que elaborar ese proyecto contestando a las preguntas sobre vivienda, salud, movilidad, cultura y educación. Pero, ¿son ellos los dueños de su porvenir?