Lejanos son ya los tiempos en que la Vega Baja era un cañamar, de los que todavía pueden verse vestigios relacionados en forma de antiguas balsas para su fermentación que no han sido destruidas. No pienso en la vuelta de aquella floreciente industria de la que Callosa del Segura era un importante centro a nivel nacional donde se procesaba seguramente la mitad o más de la fibra del país, pero sí sería conveniente su vuelta por las innumerables aplicaciones que de esta planta, incluida su parte leñosa o agramiza, se están haciendo en la actualidad como pudimos ver en el congreso celebrado en esta ciudad a finales del pasado año, pues no solo la industria textil, sino la de la construcción en forma de paneles aislantes totalmente ecológicos, la del automóvil y otras muchas que sería prolijo recordar ahora. Es curioso, pero de ricos que fuimos en cáñamo, hoy, según me comenta un amigo estamos importando hilos de cáñamo de China. Otros países, como Francia, tampoco han descuidado su cultivo, industria e investigación, y su provecho han obtenido.

Da pena, y lo dicen quienes mejor lo saben, los agricultores, ver tanto bancal abandonado convertido en carrizal, amén de tierras ocupadas de cítricos descuidados por falta de rentabilidad. El cáñamo sería la solución no solo por la demanda creciente de productos naturales cuyo reciclaje o degradación, en vez de contaminar, regresan al lugar biológico donde tuvieron su origen: el suelo agrícola. También, desde el punto de vista agronómico, sería deseable su regreso a la rotación de cultivos herbáceos anuales, considerando que las modernas variedades ocupan la tierra solo desde abril a julio dejando un rastrojo excelente, rompiendo además el ciclo biológico de las malas hierbas sin necesidad de herbicidas para su control por ser planta excluyente que en cuanto sombrea el suelo, y lo hace con rapidez, no permite competencias indeseables. Otra cualidad poco divulgada es su alto consumo de C02 para formación de biomasa, contribuyendo así a la purificación del aire. Por otro lado está su semilla, el cañamón, útil no solo para mixturas de pájaros de jaula sino para consumo humano directo, repostería y extracción de aceite.

No quiero acabar sin una advertencia, respondiendo así aunque con retraso a algún comentario jocoso a raíz del congreso citado, el de que habría abundancia de cogollos para fumar gratis. Cada uno es libre de meterse en el cuerpo lo que le parezca, porquerías incluidas, por que las variedades de Cannabis sativa (nada de Cannabis indica) que se cultivan para la industria tienen menos alcaloide alucinógeno que las matas de habas, así que el "colocón" deben buscarlo, si empeñan, por otros derroteros. El cáñamo que antaño hubo en la Vega era limpio de THC (tetrahidrocannabinol), e incluso cuando se importaba semilla de cáñamo turco por su mayor desarrollo vegetativo, el poco alcaloide que tuviera desaparecía en la primera o segunda campaña de cultivo con nuestro clima suresteño y un ciclo más largo todavía, desde marzo a septiembre.