No es ni con mucho noticia de las llamadas de alcance, ni siquiera lo es en cuanto a contenido de una comunicación antes desconocida. No es más que una constatación de un hecho irreversible que a muchos alicantinos nos ha provocado zozobra y pesar. El mundo de la política y la sociedad en su conjunto rindió hace escasos días justo homenaje a una política de las llamadas de raza en su óbito. El faro del feminismo socialista, junto a la singular Angelita, en épocas de no tanta comprensión ciudadana hacia la problemática del papel de la mujer en la sociedad, trabajo y vida pública, la exdiputada Asunción Cruañes nos dejó tras ochenta y siete fecundos años de crianza de sus vástagos, de labor pública que comenzó antes de la recuperación de la democracia y continuó en los complicados años de la transición, y de vida común con Pedro.

La manida frase de tras un hombre brillante hay una mujer inteligente, confinando a la mujer a la condición de acompañante de la vida pública del cónyuge, no es sino la constatación de una sociedad inmovilista que venía trabando el acceso de las féminas a los centros de poder de decisión políticos o empresariales. En el caso que nos ocupa hasta en eso fueron pioneros Asunción y Pedro. Durante largos años, Pedro Reig asumió el rol de fiel acompañante de su compañera en el mundillo de la política, en el que también él se movió a través de organizaciones sociales de todo tipo entre las que quizás habría que destacar su labor en el seno de Amigos de la Unesco, asociación fundamental para la recuperación de las libertades democráticas en la ciudad de Alicante, cuya sede fue foro de discusión y reuniones clandestinas en los estertores del franquismo. Pedro supo llevar con buenas dosis de humildad, respeto y colaboración estrecha su ubicación en esa segunda línea, apoyando sin desmayo la condición de política de su mujer en unos tiempos en los que casos de esta naturaleza eran más bien escasos.

A la compañera Asunción la conocí en los tiempos en que la sede de la agrupación alicantina se encontraba en la calle Velázquez, tiempos en los que el socialismo comenzó la gran remontada, los números en el Congreso de los Diputados eran parecidos a los actuales, y que le llevó a acceder al poder tras la debacle de la UCD y el intento de golpe de estado fallido en aquel ya lejano 23F de 1981. Al amigo Pedro, lo empecé a conocer cuando hace ya más de quince años decidí cambiar de domicilio e instalarme en el Complejo de Vistahermosa. Muchos han sido los días en los que además de cambiar el protocolario saludo, nos deteníamos a intercambiar impresiones sobre los acontecimientos políticos de nuestra ciudad o país. Siempre ha trasladado a su interlocutor el orgullo por la confianza que depositaban los electores en su compañera Asunción, y sus inquebrantables convicciones políticas, siempre con la mesura necesaria y con la honradez por bandera.

En estos días en los que el socialismo patrio parece no haber cerrado sus heridas en el Congreso de Sevilla, donde las legiones de Rubalcaba han vencido por la mínima, dejando a un partido más dividido si acaso que antes, y donde la representación valenciana ha sido fiel reflejo de su lenta pero segura descomposición, permítanme que desde estas páginas dedique mi atención y cariño hacia la familia de Asunción Cruañes, sobre todo en la figura de Pedro, hombre bueno y cabal tras la mujer de raza que fue su compañera y amante.