Tal día como hoy, hace exactamente 13 años, parí a mi hijo. Eso me convirtió, según el ministro Gallardón en una "auténtica mujer" (bueno, como fue una cesárea, supongo que le resta mérito). Les recuerdo la frase que pronunció en el Senado esta pasada semana: "La maternidad libre hace a las mujeres auténticamente mujeres". Me pregunto qué fui durante los 29 años anteriores de mi existencia o, mejor dicho, qué fui desde que a los 12 tuve mi primera regla. Mi madre dijo entonces que ya me había hecho una mujer y me consta que eso se lo dijeron a niñas de generaciones anteriores a las mías y también posteriores. Identificar mujer con madre (o aptitud para serlo) ¡Qué cosa más antigua! Y hay que ver el daño que hace y sigue haciendo esto. Teatralizada en la obra lorquiana "Yerma", la realidad es que ese mito tan alimentado de que una no es una mujer completa si no ha sido madre todavía está muy arraigado. Y las consecuencias psicológicas cuando no se consigue el embarazo son dramáticas. Yo tenía una tía que hasta sufrió pseudociesis, es decir, un embarazo imaginario. Creo que nunca se recuperó de ello.

La capacidad de engendrar es exactamente el significado con el que secularmente se ha identificado y valorado a las mujeres. Y ese es el significado y no otro de las palabras del ministro, dado el contexto en el que las pronuncia: la anunciada modificación de la ley de interrupción voluntaria del embarazo para acabar con el margen de 14 semanas de que disponen desde hace bien poco las mujeres en nuestro país para decidir (informadamente y con periodo de reflexión) si continuar con la gestación o no. Descontextualizada, yo avalaría la frase del ministro porque realmente la libertad de las mujeres es, en gran parte, la posibilidad de controlar su salud reproductiva, pudiendo separarla así de su salud sexual. Por eso los anticonceptivos marcaron un antes y un después en la emancipación de las mujeres.

De la misma manera, también descontextualizada, avalaría la afirmación de Gallardón sobre la existencia de una violencia de género estructural "por el mero hecho del embarazo". Efectivamente, la asignación exclusiva del rol reproductor a las mujeres edificado sobre su biología es causa de una injusta desigualdad de género estructural, que bien podríamos denominar violencia. Pero en el contexto actual, con esta reforma laboral asesina, con la poda extrema de servicios y prestaciones públicas y los presupuestos generales mas antisociales de la historia, no es muy difícil advertir que el ministro de las citas célebres tergiversadas se empeña en resignificar en contra de las mujeres las expresiones y conceptos que el feminismo ha acuñado precisamente para lo contrario.