Ni está ni, por lo que parece, se la espera. Uno contempla con perplejidad cómo la educación se ha convertido en una suerte de talibán al que perseguir y dirigir los dardos cargados de veneno por parte del Consell. También algún que otro oportunista se apunta igualmente a la estrategia. Talibán, en pastún, significa "estudiantes", y es a ellos a los que, en definitiva, agraden. El objetivo, al parecer, sanear las malas cuentas de las paupérrimas arcas del Consell.

La educación es un proceso continuo que reconocemos en unos niveles, es decir: Infantil, Primaria, Secundaria y superior, representada esta, por nuestras universidades, tanto públicas como privadas. Frente a tanto desprestigio de la educación Primaria y Secundaria, ¿dónde queda la Universidad?

Ante los permanentes ataques a la educación, enmascarados con distintos sustantivos por los responsables políticos de la educación en esta Comunidad Valenciana, y dirigidos de manera maniquea hacia los responsables de la misma, es decir, los maestros y profesores, uno ve con gran perplejidad, cómo, desde la Universidad pública, se consiente semejante atropello y se hace bien poco, por no decir nada, por defender lo que es suyo también. Y es que, salvo contadas excepciones, protagonizadas por algunos profesores universitarios, la sistemática acción de acoso y derribo por parte del Consell a una parte de ese "cuerpo educativo integral" como el alma de colegios e institutos, la institución universitaria, mira para otro lado. No es de extrañar cuando muchos de los que integran esa institución, están más preocupados de los dineros que no les llegan (que no es poco), de la nueva Universidad privada que la Iglesia quiere montar, de asistir a actos de puro autobombo y autocomplacencia con sus señorías, de salir en la foto con el conseller de turno o el actual o antiguo president, o de que sus propios intereses particulares no se tambaleen ante el tsunami que amenaza intentando fortalecerse dentro de su propia torre de marfil. Patético.

Uno siente orgullo y satisfacción de poder leer los pensamientos de contados profesores universitarios, o la última reflexión hecha por el director de este periódico bajo el título De vagos y maleantes. Tan acertada y contundente que poco voy a añadir. Simplemente, por abundar algo en el tema, quisiera resaltar que no son los profesores y maestros los que han hecho dejadez de sus funciones, sino que al contrario, ha sido la clase política de esta Comunidad la que ha hecho dejadez de las suyas, como bien refiere Juan Ramón Gil en su carta. Prueba de ello es que, a pesar de la permanente acción de acoso y derribo e intento de desprestigio por parte del Consell, ellos, los maestros y profesores, siguen ahí, como vulgarmente se dice, al "pie del cañón", tratando que chicos y chicas adquieran conocimientos, incluidos los hijos de los que se dedican a denostarlos y ponerlos enfrente de la sociedad.

Y digo que ha sido la clase política dominante de esta Comunidad la que ha hecho dejadez de sus funciones por lo siguiente: Primero por permitir que sus señorías estuvieran jugando como niños durante tanto tiempo dedicando todo el interés a otros menesteres más importantes para ellos y su partido. Ahí, al parecer, los profesores y maestros no eran tan dañinos para la sociedad y sobre todo para las arcas. Segundo, por no hacer su trabajo, al no controlar, lo que ahora tanto critican. Y tercero por engañar a la sociedad en general y a la educativa en particular, al no realizar las inversiones productivas y de futuro en lo que se debiera considerar sector estratégico de una sociedad, como es la educación. Ellos han preferido durante todo este tiempo desviar los recursos a sus cositas, que no voy nombrar y que toda la sociedad conoce. Creo que quitarles el recreo a esta "casta de políticos" que insultan a la inteligencia se queda corto.

Y es esta casta de políticos mediocres los que intentan desprestigiar a esa parte de lo que he venido en llamar como "cuerpo educativo integral". Estáis muy equivocados políticos de pacotilla. Ellos, es decir, los maestros y profesores, tienen todo el respeto de la sociedad. Y lo tienen porque sabemos lo que hacen día tras día, mes tras mes y año tras año. ¡Qué suerte tiene uno de conocer a muchos de estos profesores y maestros desde la pública a la concertada! Me entristece, como ciudadano, no sentir el apoyo de la Universidad pública a tanto daño que se está causando a sus propios colegas y que muchos de ellos merecerían estar ocupando muchas de las plazas en la máxima institución académica como es la Universidad. Desde aquí mi humilde homenaje a este colectivo de maestros y profesores. ¡Qué pena que la Universidad pública presente signos de aturdimiento ante tan graves ataques y sólo despierte cuando le "pisan la cola"! Esa no debería ser la Universidad pública. Sólo espero que la Universidad pública despierte algún día de estos ante tanta injusticia. ¡Despertad, coño, de una puñetera vez y salir de la torre de marfil!