Hay revuelo entre las filas populares de la Comunidad Valenciana, especialmente en Alicante. Nerviosos algunos dirigentes y destacados miembros con mando en plaza hurgan con frenesí en los baúles de las apariencias impostadas con el fin de comprobar que el blusón sigue en el mismo sitio junto al traje de zaragüell o novia alicantina, rodeado de bolas de naftalina esperando ser aireado para poder lucirlo en la romería de la Santa Faz el próximo 19 de abril. A un mes de la peregrinación, a un mes de recibir la indulgencia plenaria. Todos los pecados perdonados, todas las faltas olvidadas, veniales o mortales. Lo ha dicho Palmero, lo ha concedido Benedicto. Sin lugar a penitencia alguna, todo olvidado únicamente por caminar unos cuantos kilómetros con la seriedad requerida por la ocasión.

No se van a sentir solos los Ripoll, Castedo y compañía, este año les acompañarán en su peregrinaje hacia el perdón algunos conocidos. Los directivos de la antigua CAM marcharán prietas las filas junto a los populares en busca de la indulgencia vaticana. Roberto, Mayra, Agustín, Modesto, Ximo, Daniel o Vicente, marcharán codo con codo, blusón recién planchado, caña en mano con el mismo fin: El perdón de sus despropósitos, de sus disparates contables que han culminado con la agonía económica de miles de clientes, con la pérdida de puestos de trabajo y rebaja de emolumentos de la plantilla y con la destrucción de pequeñas y medianas empresas que no han podido resistir la doble vara de medir de este monipodio bancario, que negaba a casi todos lo que se atribuían para su beneficio personal.

¿Se imaginan semejante desafuero contrario a ley? Si la Iglesia Católica está dispuesta a perdonar a quienes con sus actos han conminado a la miseria a demasiados ciudadanos, la sociedad no lo está. El llamado "milagro de la lágrima" origen de esta ocasional concesión no aparece como tal en las perjudicadas vidas de los confiados ciudadanos. Entre los mortales no hay milagro que valga, y lo que sí que hay son mares de lágrimas, no una, hay tantas o más que los millones de euros que han ido a parar a los bolsillos de muchos de los encausados en tanto caso de corrupción. Lágrimas de quienes se han visto abocados a rebajar su nivel de vida, a perder sus ahorros, a quedarse sin trabajo, por mor de la actuación de quienes pretendieran la indulgencia plenaria cuando los mismos fueron déspotas en sus puestos de privilegio.

Hace escasos días la jueza del Juzgado de lo Social número 4 de Alicante, dejó las cosas claras con respecto a la última directora de la extinta CAM. Despido procedente y de paso recriminación jurídica social del comportamiento de quien, en quizás último acto de altivez, con indecente actitud exigía además millonaria compensación por su honor y dignidad difamados, inconsciente de que esas virtudes han de poseerse para reclamar su inmaculada concepción. Coinciden en el tiempo sentencia y apertura de la comisión sobre la caja alicantina en las Cortes Valencianas, de las que no poco podremos esperar vista la experiencia de otros asuntos vistos en comisiones de políticos.

Confiemos más en la Audiencia Nacional y las querellas en marcha contra los exdirectivos de la entidad alicantina; en que la misma justicia termine por encarcelar a quienes bajo la tutela de Blasco desviaron nuestros dineros en subvenciones para la cooperación solidaria a sus cuentas corrientes, o que de una vez se determine la inculpación de los Ripoll, Castedo y quienes hayan cometido malversación o cohechos en el ejercicio de su actividad pública. Para ellos ni indulgencia, ni perdón de los pecados, cuando además no hay ni ápice de contrición. Que la justicia actúe como para cualquier otro ciudadano. Que expíen sus culpas dónde y cuándo los tribunales dictaminen, cuánto mayor sean aquellas más graves debieran ser las penas.