Que algo había que hacer resulta obvio y que había que hacerlo en serio y rápido también. Se podrá opinar lo que se quiera, pero el Gobierno ha cogido el toro por los cuernos y en menos de dos meses ha puesto en marcha tres de las más importantes reformas estructurales que nuestro país necesita: estabilidad presupuestaria, sistema financiero y reforma laboral. No son las únicas que habrá que hacer, pero sí las más urgentes y determinantes para nuestro futuro inmediato.

Alicante cuenta con más de doscientos cuarenta mil parados y su tasa de paro, situada en el 26,5%, está cuatro puntos por encima de la media nacional. Es evidente que la crisis actual está afectando a la región que, en buena lógica, podría verse beneficiada por las medidas propuestas en la reforma laboral.

El objetivo principal de la reforma laboral es la creación de empleo y ello sólo será posible si la economía alicantina se recupera, entendiendo que para que eso se consiga, aparte de la reactivación financiera, lo que nos hace falta es recuperar competitividad, mejorando nuestra productividad. La tuvimos en su día y la hemos ido perdiendo, a la vez que otros la iban conquistando, de modo que si no lo hacemos será muy difícil. Por eso la reforma laboral apunta en la buena dirección. Discutible será si lo hace con la suficiencia necesaria o si ha sobrepasado todos los límites, pero lo cierto es que ha tocado casi todos los principales problemas.

La primera de las medidas adoptadas en la reforma ha sido permitir a las Empresas de Trabajo Temporal que colaboren con los servicios públicos de empleo de las comunidades autónomas, al considerar a la ETT "un potente dinamizador del mercado de trabajo". Bienvenida sea la iniciativa porque de hecho así se funciona en el resto de Europa y porque seguro que fruto de la colaboración entre el sector público y el sector privado, trabajando juntos, conseguiremos mejores resultados de cara a reducir el desempleo que haciéndolo por separado.

Pero es importante destacar que si la ETT es buena gestionando empleo, y por eso se le amplia su campo de actuación, es mejor gestionando temporalidad, que es para lo que se concibió. Está demostrado que cuanto mayor es la participación de la ETT en la gestión de los contratos temporales, menor temporalidad hay. La profesionalización en la gestión de cualquier ámbito introduce mayor eficacia y eficiencia, y esto sucede también con la temporalidad. Por eso a la reforma le falta facilitar la contratación temporal vía ETT. De esta manera, el tránsito del desempleo al empleo será más fácil, y lo será con toda la flexibilidad que la empresa requiere en estos momentos tan difíciles y lo será también con todas las garantías y derechos que los trabajadores merecen.

La misma reflexión sirve para las pymes. Son precisamente este tipo de empresas las que más ayuda requieren también en la prestación de servicios profesionales, de modo que resulta imprescindible que las ETT les podamos ofrecer el nuevo contrato de apoyo a emprendedores para ayudarles a gestionar convenientemente sus empresas.

Muy acertada nos parece la apuesta por la formación y por la reactivación laboral de los jóvenes y por eso entendemos que sería muy conveniente que se permitiese a nuestras empresas poder ofrecer a los jóvenes los contratos formativos para que, aprovechando nuestra infraestructura y conocimiento del mercado de trabajo, les pudiésemos ofrecer más salidas.

En definitiva, una reforma bien orientada, que con los convenientes retoques, puede suponer un cambio de ciclo en nuestras relaciones laborales.