Cuando un político te dice que quitar un gasto, o reducir una parte de la Administración, es "el chocolate del loro", agárrate la cartera porque te va a robar. El lenguaje político, últimamente, se ha pervertido de tal manera que están intentando convencernos de que, cuando los políticos se acoplan privilegios inadmisibles, son necesarios. Puesto que si criticas que se pongan jubilaciones, al margen de las que nos corresponden al resto de los mortales, entonces eres un demagogo. Serán rapaces. Tienen el país hecho unos zorros y vienen a decirnos, cuando les tocas su "parné", que eso es "el chocolate del loro". Y un huevo. Lo que pasa es que lo tenéis muy bien montado, señoritongos. La gran mayoría de los políticos son seres incapaces de montarse en el mercado laboral, porque no habría nadie que los contratase. Por eso, por ejemplo, se intentan colocar pensiones posteriores a su mandato.

Yo ya he dicho que hay que tener menos políticos y mejor pagados. Y lo digo fuerte y alto, aunque yo sea bajito. He dicho que hay que eliminar a los mal llamados asesores, que son unos enchufados del partido y de la familia, a sueldo del contribuyente. Que hay políticos que ganan 3.000 euros al mes y que el mercado laboral los reconocería por 600 euros, si me apuras. Pero que hay muchos, y buenos, políticos que se ganan eso y más por una labor decente y eficiente. Pero a la gente, a los que votan, se le está agotando la paciencia cuando ve las corruptelas y las prebendas innecesarias que se ponen algunos políticos. Si un político trabaja mucho, debe de cobrar mucho. Pero si no pega ni trueno, no puede cobrar 100.000 euros como cobran algunos, por el mero hecho de ser vicepresidentes de algo. Yo cada vez conozco a más políticos y me hago más amigo de mi loro. Porque la demagogia es pensar que ellos son insustituibles. O que su partido lo es. La demagogia barata es pensar que tú puedes colocar a tu primo, a tu hijo, a tu nieto, a la que te limpia la casa o cuida de tu hija y no tienes que dar cuenta a nadie.

Una democracia donde el loro come chocolate no es mala. Pero una democracia donde se votan a unos representantes, y ésos, a base de decretazo, hacen lo que les da la gana durante cuatro años "porque me han votado" , es una democracia enferma hasta decir basta. Ningún político puede arrogarse el Boletín Oficial del Estado para perpetrar un navajazo contra el presupuesto y en su beneficio. Si el político justifica las colocaciones de los asesores, que son unos simples enchufados al margen de la ley, diciendo que nada mejor que la familia para el personal de confianza, entonces eso es una corruptela muy gorda. Puesto que los partidos tradicionales están más preocupados en distribuirse los asesores para colocar a los afines, o a los pelotaris, o a la familia directa, sin ningún recato, habrá que prohibirles la contratación de los mismos. A lo mejor tenía un sentido tener algún asesor externo como personal de confianza, pero la perversión constatada de las contrataciones, aconseja eliminarlos. Hay poblaciones de 50.000 habitantes con 15 concejales a dedicación completa y 15 asesores más. ¡Rediez! Y, ¿no será que ya van sobrando concejales con dedicación y asesores por todos los lados?

Tenga usted por seguro, que cada vez que un político saca la frase del loro con el chocolate está justificando su dispendio. Porque ese tipo de frases hechas, y relamidas, siempre tienen un juego dialéctico que tapa la miseria, que es el gastar lo innecesario. El loro tiene que comer. Y puede hasta comer chocolate. Pero tengo la sensación que la economía doméstica estaría mejor si no hubiera tanto papagayo en los ayuntamientos a tiempo completo. Y si además, los asesores los pagasen los partidos políticos, no los contribuyentes. Entonces iba a ser más jodido colocar al familiar o al colega. Se iban a matar, más de lo que ya se matan, por hacer hueco a una infamia. El sistema democrático no aguanta a tantos tontos pagados por tantos sufrientes. Necesitamos menos políticos y mejor pagados. Pero muchos de los políticos actuales cobran más de lo que se merecen. Y si no, que prueben en la calle.