¿Quién es este personaje? Muy fácil. Se va uno a Google y mira su hoja de servicios para tener una idea. Un licenciado en Derecho y sociólogo que se unió de joven a UCD, transitó después `por el PDP y acabó en el pepé. Con el tiempo ha ido acrecentando su credo neoliberal, pese a sus convicciones democristianas. Trabajó para Televisión española como consultor y en otras empresas, en la Universidad esporádicamente, antes de ser nombrado adjunto al BBVA de Francisco González y miembro otras relumbrantes consultorías del mundo mundial. Pero lo que destaca en él, sobre cualquier otra cosa, es su facundia, sus grandes ideas "reformadoras" que ha volcado con inusitada ferocidad en las tertulias de la COPE.

"Cada cual es preso de sus palabras y dueño de sus silencios", dice el conocido proverbio. Dada la facundia del Sr. Wert no sería de extrañar que muy pronto caiga prisionero de sus palabras, que no cesan de brotar de su boca de tertuliano. Un vendedor de ideología.

Nada más llegar al poder del Ministerio, el Sr. Wert ha puesto sobre la mesa sus maravillosas recetas para enderezar la educación en España. En lugar de reconocer que la educación sufre por falta de inversiones, de dinero, que es lo que nos distingue de otros países y lo que nos separa de las medias europeas, el Sr. Wert ha decidido que lo que nos falta es más disciplina, más orden, y más excelencia, así, en abstracto.

Por esta razón al Sr. Wert no le interesa llegar a un gran pacto sobre la educación en España sobre bases firmes. Él solito se las va a arreglar para meter en cintura a ese sector educativo que juzga obsoleto y perdido, un lugar donde abundan los vagos y maleantes. Y dados sus reflejos para hablar de todo y a todas horas he aquí las grandes reformas que ha avanzado por ahora para obrar el prodigio:

En primer lugar, ni una palabra, siendo como es Ministro de Educación, para frenar los recortes salvajes a la educación que están siendo dictadas en las Autonomías controladas por el pepé -que son prácticamente todas- a la espera de Andalucía. Ni una palabra sobre los barracones, la falta de medios, ¡y hasta de calefacción!, en colegios e institutos. Ni una palabra sobre el deterioro de la educación pública, a la que tal vez preferiría ver cómo se degrada para así facilitar la reorientación de los estudiantes a la enseñanza privada.

Ni una palabra sobre el maltrato a los estudiantes -el objeto que debería ser de sus desvelos como Ministro- en Valencia. O mejor dicho, palabras de comprensión y justificación a los abusos, recordando tiempos pretéritos, sobre los pobres chicos manipulados.

Pero el Sr. Wert lleva también en su maleta medidas "positivas": se propone reformar el bachillerato, suprimiendo el cuarto curso de la ESO, lo cual no es más que una maniobra en beneficio de la enseñanza privada. De la misma manera, elimina "Educación para la Ciudadanía", reconvirtiéndola en "Educación Cívica y Constitucional", con el pretexto de que la primera es partidista, utilizando para ello el argumento de lo que aparece en un libro, que no es un libro de texto, sino un simple ensayo. Grandes reformas todas ellas.

Este señor es el mismo que ha hecho tímidas declaraciones sobre el perjuicio que causa en los niños la telebasura: ¡él que frecuentaba las tertulias televisivas de "Sálvame" y la "Noria"! Por si fuera poco, en los cien días que lleva en el ministerio, el señor Wert se ha despachado a gusto sobre lo bueno que es que los licenciados españoles, por falta de empleo, se vayan a otros países a ganarse la vida, dado que, de este modo, adquirirán experiencia y podrán regresar más formados y experimentados.

Por cierto, ya nada se dice de la inmigración, que hace poco tiempo era uno de los asuntos que más importaban en el mundo educativo, pues es de todos sabido que, ahora, los emigrantes son los españoles, a los cuales el Sr. Wert les desea que sean bien acogidos por sus anfitriones.

Con todo este bagaje, no hay que perder de vista los charcos que va a pisar el Sr. Wert y que va a trasladar al Consejo de Ministros. Se sabe que Don Mariano no es partidario de los charcos, sino del sentido común, su norte y guía. Así que no sería raro que el Sr. Wert le ocurra algo parecido a aquél inefable ministro de Franco, apodado "el breve". De momento, es el Ministro peor valorado y lo que te rondaré.