A nadie escapa que el poder tiene su cosa, su aquel. Es lo que se ha dado en llamar -desde que el mundo es mundo, el hombre hombre y la mujer mujer (alguien me tachará de machista por esto)- la erótica del poder. Pero no solo pasa con los políticos, aunque -según parece- los que nos gobiernan -tanto a nivel local, autonómico o nacional- tienen un no sé qué que qué se yo; vamos, que ejercen una especie de atracción que, en algunos casos, puede llegar a ser, como en la "peli", fatal; ¿me entendéis? Pero igualmente sucede con el quinto poder -la Prensa-, que también tiene lo suyo, aunque yo ligo menos que Quasimodo en Marbella y que los gases nobles (que no se combinan ni con ellos mismos), pero no porque no quiera, sino porque ¡se me ha "pasao" el arroz! No se trata, sin embargo, de valorar la atracción física que pudieran ejercer los que nos mandan -¡habría que hablar mucho de eso, aunque, en algunos casos, las leyendas urbanas colocan a alguno en lo más alto del ranking de "machos ibéricos"!-, sino de lo que dejan entrever con sus acciones, porque, como dijo aquel, por sus hechos les conoceréis. ¿Qué atractivo puede tener un pavo que te quiere subir los impuestos?; ¡lo que habría que hacer es fusilarlo al amanecer, aunque dicen que es "guapete"! De todas formas -sin que sirva de precedente- diré que, bajo mi punto de vista, el nivel de los cortesanos del palacio del Marqués de Arneva no es muy allá; más bien "pa" un "aprobao raspao" o un suspenso alto.

Reconozco que mi posición, la de criticar por criticar y tocar los "bembembes" por tocarlos -como en el chiste, ¡por joder, nada más!; ¿verdad Juanjo?- es cómoda y sin arriesgar mucho, salvo que alguien quiera tocarme los "cataplines" y, algún día, decida llevarme a otro Palacio, al de la Plaza de Santa Lucía. Pero mi postura no es menos cómoda que la de los caballeros del Palacio de la Esquina del Pavo, que antes iban a pie y ahora van a caballo, y tampoco se nota el cambio, pese a que han cambiado las tornas y ahora son ellos los "protas" de la "peli". Recordemos que antes no se pagaban facturas de proveedores porque no había una "pela" en el zurrón consistorial, pero es que seguimos en las mismas y no pasa "na", porque en vez de gobernar seguimos -¡siete meses después!- quejándonos de que nos han dejado las arcas más vacías que el morral de un peregrino medieval, con más telarañas que la guayaba de una viuda o con más necesidades que el "papo" de una adolescente. Quienes tengan cuitas económicas pendientes con Palacio deberán seguir esperando, aunque un pajarico/a me ha "chivao" que en marzo, más o menos, habrá perras -dicen que entre tres y cuatro millones de euros- con las que pagar, ¡hasta donde se llegue! El mismo pajarico/a -¡o pajarraco/a, vaya usted a saber!- me reconoce que, hasta ahora, se han atendido las obligaciones contraídas a partir de julio; es decir, las generadas por el actual equipo de gobierno. Los demás, ¡ajo y agua (a joderse y aguantarse!) y si te he visto no me acuerdo!. ¡Haber "pedío" muerte, socio!.

¿Es esto una golfada?; decididlo vosotros, que sois jueces y parte (jueces porque tenéis que opinar sobre acciones puntuales y parte porque -¡entre todos la matamos y ella sola se murió!- alguien será el responsable de que en Palacio estén los que están y de que hagan lo que hacen). ¡Y de golfada en golfada y tiro porque me toca!. ¿Por qué a los vecinos de Montepinar -a los que respeto- se les perdona una importante deuda, aunque se reconoce la ilegalidad cometida, y a los demás se nos castiga subiéndonos el IBI sin ningún rubor?. Me preguntaba el progenitor de uno de los caballeros de la mesa negra y rectangular de la sala del Pájaro que ¿por qué su calle -¡y la mía! es de las que más paga de la Muy Noble -¡si no la que más!- cuando apenas hay actividad económica?. ¡Me lo expliquen, pero me lo expliquen "clarico" y "aspasico", que sigo siendo de pueblo!.

Pese a todo, el poder sigue teniendo su erótica y la gente es atraída por los que lo tienen, aunque no en todas partes cuecen habas y, en ese sentido, os aseguro que, por mucho que lo intento y pese a que, de vez en cuando, uno sale en la tele, habla por la radio y escribe en el periódico, ligo menos que el chofer del Papa, pero tampoco es que me importe mucho porque, en el fondo, "jaloviu" más "quel!" "cali". ¡Chao, pescao!.