La sanidad se juega en este momento su ser o no ser. ¿Se puede prestar una asistencia eficiente y de calidad o sólo es posible una prestación sanitaria basada en el monetarismo? La Generalitat parece optar por lo segundo y plantea algo que puede resultar peligroso. En vez de pagar más a quienes demuestren ser mejores médicos, lo que no debe estar reñido con el ahorro, va a incentivar a quienes cumplan una serie de objetivos basados en la reducción de pruebas radiológicas, analíticas de sangre y medicación de los grandes consumidores de fármacos. ¿Algún médico encarga por gusto una resonancia? ¿Algún paciente toma por capricho medicación que no necesita? Con el planteamiento de Sanidad nos podemos encontrar a partir de ahora con profesionales únicamente preocupados por ganar más a los que se les indica claramente el camino a seguir para hacerlo y con médicos que continuarán solicitando pruebas y recetando lo que estimen oportuno, cuyos desvelos por la salud de sus pacientes no serán retribuidos, ni reconocidos. Un disparate.