Los siete meses de gobierno del PP en Elche dejan un balance claro: las promesas de la campaña electoral se quedaron solo en eso. En su lugar, la alcaldesa, Mercedes Alonso, ha abierto la puerta a recortes en todos los servicios municipales, apuntándose así al tijeretazo injustificable que el PP está impulsando en todas las administraciones en las que gobierna y que ha provocado que miles y miles de ciudadanos se echen a la calle para mostrar su rechazo.

Alonso aseguró que no subiría los impuestos, pero ha aumentado el IBI en más de un cinco por ciento y ha elevado el recibo del agua hasta en diez puntos. Sin embargo, esta subida de los tributos y tasas municipales no se ha traducido en una mejora de los servicios públicos, sino que los ilicitanos e ilicitanas nos enfrentamos cada día a un nuevo recorte de nuestras prestaciones.

El último tijeretazo lo ha sufrido el servicio de autobuses, una de los mayores logros que ha consiguió el anterior equipo de gobierno, del que formaba parte Compromís. El servicio gratuito del autobús situó a Elche como un referente estatal en materia de movilidad y de prestaciones ciudadanas de calidad. La medida se implantó por la apuesta decidida que hizo esta formación por hacer de la nuestra una ciudad más justa, más sostenible, más limpia, más transitable y, en definitiva, más habitable.

A pesar de la importancia y la repercusión del servicio, el PP ha acabado con el Bus Lliure haciendo pagar a los jóvenes 80 euros por subir al autobús, mientras que el billete ordinario aumenta en un 30%, el bono joven y escolar lo hace un 46% y el bono de diez viajes sube un 10%. Uno de los principales argumentos del equipo de Mercedes Alonso es que con la subida de precios se recaudará más dinero y la subvención que el Ayuntamiento paga a la empresa de autobuses -y que es independiente del número de pasajeros que suban a este transporte- podrá reducirse de un 74 a un 60% del coste total.

No obstante, las cuentas del PP no cuadran y no lo hacen porque han pasado por alto que con esta subida exagerada de los precios del autobús, la gente lo utilizará menos y, por tanto, la recaudación también bajará. Tampoco es cierto que peligren los puestos de los trabajadores de la empresa, pues en una ciudad con la población de Elche el servicio de transporte público está garantizado por ley. Al mismo tiempo, es mentira que la subvención que aporta el consistorio ilicitano a la concesionaria sea muy superior a la que realizan otros municipios, pues en Valencia el Ayuntamiento destina cada año cerca de 55 euros por habitante para el servicio de autobús metropolitano, mientras en Elche no llega a 30 euros anuales.

Los argumentos utilizados por el PP para justificar este ataque a uno de los mejores servicios de los que podíamos disfrutar los ilicitanos son falsos y esconden una realidad que cada vez es más evidente: que Mercedes Alonso se llenó la boca durante la campaña de promesas y de salidas sociales para la crisis, pero lo cierto es que de lo único que se ha preocupado es de rebajar a marchas forzadas estas prestaciones y jugar en contra de los intereses de los ciudadanos.

La alcaldesa de Elche ha demostrado en estos meses que es inflexible a la hora de acatar órdenes y por eso se está empleando a fondo en desmantelar los servicios municipales y sangrar los bolsillos de los ciudadanos, siguiendo la doctrina del PP. Sin embargo, no le hemos notado la misma predisposición para tocar puertas y exigir aquello que nos corresponde a las ilicitanas e ilicitanos.

En este sentido, desde Compromís per Elx pedimos a Alonso que se dirija a sus compañeros en Valencia para que la Generalitat subvencione también parte del servicio de autobús en Elche porque si las otras tres grandes ciudades de la Comunitat Valenciana -Alicante, Valencia y Castellón- cuentan con un medio de transporte a cargo del gobierno autonómico, como es el caso de los tranvías, y la nuestra no, como mínimo, deberían compensarnos pagando parte del único medio de transporte público con el que contamos, el autobús.

Ahora es el turno de que Mercedes Alonso deje claras cuáles son sus prioridades y quién quiere que pague por esta crisis que solo unos pocos han provocado, aunque con semejante arranque de legislatura a golpe de tijera, las cartas están más que al descubierto.