Lunes

EL TÓTEM

La efigie de Fabra "el grande" (para distinguirlo de Fabra "el chico" que preside momentáneamente la Generalitat) a la entrada del aeropuerto de Castellón recuerda a Hiroshima. Muchas monografías sobre la Segunda Guerra Mundial aprovechan la explosión de la bomba atómica en su portada como resumen fiel de un estado de psicosis colectiva. Ya sé que hubo matanzas, bombardeos y hambrunas más letales, pero la imagen del hongo impacta visualmente. Y esto es lo esencial: euro por euro, hay eres o urdangarines más gravosos que la horterada de un megalómano. Pero se impone el símbolo vergonzante y escueto de una época: Castellón tiene un aeropuerto sin aviones ni pasajeros, pero con un director cuyo sueldo supera al del presidente del Gobierno. Para conmemorar esta sabia administración de recursos públicos, el promotor Fabra decidió homenajearse a sí mismo con una efigie digna de Hiroshima que ha costado trescientos mil euros. Dentro de unos años, los alumnos semianalfabetos y sin beca preguntarán al profesor qué fue de España y éste les mostrará la fotografía de un tótem abandonado, hangares vacíos y terminales huecas: Hiroshima. Mañana continuamos.

Martes

CÓMPLICES NECESARIOS

Lo prometido es deuda, como no diría la Generalitat. Ayer olvidé mencionar que Fabra "el grande" es el político más popular de Castellón desde que desapareció el feudalismo. Quiero decir que a Fabra "el grande" le vota una abrumadora mayoría de paisanos reincidentes. Para que memos como Camps, caciques como Fabra o arribistas como Zaplana hayan prosperado era imprescindible la colaboración de todos nosotros. Y se la hemos prestado entre amortizaciones, hipotecas, redondeos y demás frivolidades de nuevos ricos. Es evidente que nosotros hemos perdido los ahorros y ellos ganado en el peor de los casos un suplicatorio y en el mejor una jubilación anticipada con cargo a presupuestos. Esa inmensa tontería que decora el aeropuerto de Castellón es un fustazo merecido en nuestras nalgas de contribuyentes dóciles que siguen negándose a ejercer de ciudadanos.

Miércoles

EMPEZAMOS BIEN

No todo van a ser malas noticias: Bibiana Aído ha vuelto a la tribuna del Congreso. Estaba ojeando con lupa una fotografía de Fabralópolis cuando un ministro se ha dirigido a los diputados como "miembros y miembras". He alzado la vista inmediatamente para comprobar que Bibiana ha desmejorado al punto de parecer idéntica a Cristóbal Montoro. Efectivamente, las dos primeras medidas del Gobierno del PP han sido apuntillar la gramática y ajusticiar a las clases medias. No sé dónde he leído que la decisión de incrementar el IRPF en lugar del IVA se debió a un informe redactado por economistas húngaros que impresionó a Cristóbal Aído. Es esperanzador teniendo en cuenta que Hungría ni siquiera va a ser intervenida, sino expulsada de la UE. Hay otra cuestión que tiene que ver con las apariencias: todos sabíamos que Rajoy iba a subir los impuestos, aunque no podía admitirlo por cálculo electoral. Lo que no tiene sentido es intentar convencernos de que sólo ahora ha conocido las dimensiones del boquete.

Jueves

LA CHARCA

Una de la últimas decisiones de Trinidad Jiménez como ministra de Asuntos Exteriores fue conceder una subvención de 300.000 euros (sí, un "fabra") para la mejora de la producción agrícola en Guinea-Bissau mediante resolución de conflictos con los hipopótamos. Vuelvo a leer la noticia para cerciorarme de que Elvis no ha muerto, pero es tan veraz que incluso ha sido publicada en el BOE y entonces me pregunto cuánto dinero necesitan la CEOE y los sindicatos para resolver su conflicto si a los hipopótamos difícilmente les alcanza con un "fabra". Hoy han vuelto a reunirse (los agentes sociales, no los auténticos hipopótamos) para llegar a la conclusión de que por ahora no pueden llegar a ninguna conclusión. De seguir a este ritmo, seguirán discutiendo el orden del día cuando en las oficinas de empleo se sorteen los puestos de trabajo cada viernes como en la rifa de los ciegos. Esto marcha.

Viernes

CARNE DE CAÑÓN

Hoy publica un devastador artículo Simon Johnson titulado "La clase media paga los errores de la banca". Johnson ha sido economista jefe del FMI y actualmente imparte clases en el MIT, uno de los Olimpos de esta improbable ciencia. Su tesis coincide a grandes rasgos con la de la muchedumbre que ha asaltado el despacho de un conseller en Valencia. Las imágenes del asalto evocan lejanamente las de la toma del Palacio de Invierno: la masa apiñada que enarbola pancartas y banderas de vivos colores y el frágil cordón de cosacos que intenta impedir su avance. Los matices contemporáneos son que en Valencia no se manifestaba la famélica legión, sino funcionarios que deben ajustarse el cinturón en un momento en que cada vez más gente no puede hacerlo ya que ha empeñado el suyo. Pero, esencialmente, tanto Johnson como ellos llevan razón y lo terrorífico es que ya sólo aspiremos a una victoria moral.