Por fin he conseguido ir al cine antes de que retiren de la cartelera la película que quería ver. Se trata de "La fuente de las mujeres", de Radu Mihaileanu, estrenada en el último Festival de Cannes, que ha sido merecedora de la calificación "especialmente recomendado para la igualdad de género" del Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales. Es una historia tragicómica y coral de mujeres que, en una aldea de Oriente medio (presumiblemente) luchan por mejorar sus condiciones de vida y, en definitiva, por su libertad. El método elegido es el de Lisístrata, es decir, una "huelga de sexo" (aunque en la peli hablan de "huelga de amor"), hasta que no vean satisfecha su demanda principal: que los hombres se movilicen para poner la fuente en el pueblo. No les destripo más el argumento porque lo sabroso es cómo se organizan las mujeres, las resistencias que encuentran entre los hombres pero, sobre todo, en sus propias iguales; las decepciones, la soledad, la desesperación de las pocas que luchan al principio pero también el gozo de la complicidad, de anteponer lo que les une frente a sus diferencias y divergencias y la alegría por comprobar que funciona, que, juntas, consiguen la meta perseguida. El abc del feminismo, vaya. Y todas van a beneficiarse, incluso las que más se oponían a ello y trataban por todos los medios de boicotear la lucha. Ídem.

Y eso es lo que significa en la realidad el manifiesto por la igualdad que las feministas del PSOE han publicaron el pasado 6 de enero. Ya con ocasión de las pasadas elecciones, algunas socialistas elevaron sus voces por haber sido desplazadas en las listas electorales, pero ahora, de cara al Congreso Federal, su movilización es mucho más organizada. Como bien afirman en su blog feministasdelpsoe.blogspot.com, "el manifiesto es sólo el principio", y se han volcado en la tarea de elaborar enmiendas a la ponencia marco a fin de que la igualdad real y efectiva de mujeres y hombres no sólo no desaparezca de la agenda política principal, especialmente en tiempos de crisis, sino que se convierta en un eje transversal de la misma. También presentan enmiendas a los estatutos del partido a fin de aplicar en casa propia el modelo que pretenden para la casa común. Ojalá las feministas socialistas logren un gran pacto para conseguir esos frutos. Otras feministas, desde fuera del PSOE, no podemos dejar de apoyarlas. Porque el beneficio, como en la fuente de las mujeres, será global, incluso para quienes muestran, de forma abierta o solapadamente, resistencias al imparable avance de la igualdad de mujeres y hombres, fuera y dentro del PSOE.