Después de un periodo largo de expansión económica, en España hace ocho años, nos hemos encontrado con gran problema: ¿crisis financiera?, ¿fin de ciclo económico? ¿suprime?, ¿crisis de liquidez? ¿burbuja inmobiliaria?, ¿políticos con bajo coeficiente mental?, etc. A partir del 9 de agosto de 2007 estalla una crisis que obliga al BCE inyectar 95.000 millones de euros. Como diría Milton Friedman, la Gran Depresión destruyó la credibilidad de la teoría cuantitativa del dinero, porque se interpretó ampliamente que demostrada que la política monetaria era ineficaz, al menos para enfrentar no era mala para a una caída de la actividad económica. Se acuñaron todo tipo de aforismos, que aún se usan, para indicar por qué proveer alivio monetario no conduce necesariamente a la expansión económica, tales como: "Se puede conducir a un caballo hasta el agua pero no se puede obligar a beber" o "la política monetaria es como un hilo: sirve para tirar pero no para empujar". Son seres humanos los que conducen la política económica, como ustedes y como yo, y es una característica común que si sucede algo malo es culpa de otro. La depresión aparece como un testamento trágico acerca de la efectividad de la política monetaria, no una demostración de su impotencia.

Los empresarios, periodistas, políticos, y agentes económicos se han acostumbrado a considerar que la etapa de expansión artificial propia del boom es la etapa normal de prosperidad, que ha de buscarse y mantenerse por todos los medios. Por el contrario, se considera que las inevitables consecuencias de la expansión, es decir, la crisis y la recesión, constituyen una etapa muy negativa que hay que evitar a toda costa. No se dan cuenta de que la recesión, como indica Huerta de Soto, es la consecuencia inevitable de la expansión artificial, y que tiene la virtud de poner manifiesto los errores cometidos y de hacer posible la recuperación y reajuste de la estructura productiva. El efecto de la expansión crediticia es tanto más perjudicial conforme los agentes económicos estén más acostumbrados a una economía austera, cuyo crecimiento sostenido se deba única y exclusivamente al ahorro voluntario. Es en estas circunstancias cuando el impacto negativo de la expansión artificial es mayor.

Qué es lo que ha hecho el anterior gobierno, como decimos en Galicia: verlas venir, dejarlas pasar, y si te empujan dejarte caer, y decir me he caído solo, pero la culpa es del otro. Se engaña al nuevo gobierno, el déficit ya no es del 6% sino del 8%, o sea 20.000 millones más, y aquí no pasa nada, salvo poner medallas y no mandar a los gobernantes ante el juez de turno, pues los españoles sólo pagamos y no tenemos la culpa de un gobierno desastroso durante ocho años. Bueno sí pasa: medidas socialdemócratas, y a subir los impuestos con medidas keynesianas. La teoría keynesiana ha equiparado a efectos macroeconómicos las reducciones del gasto público y los aumentos de impuestos; tanto reducir el gasto como incrementar los tributos son políticas contractivas de la demanda que tienden a deprimir la economía. Y eso que tenemos de ministros a dos liberales, uno de ellos el de Hacienda con una tesis doctoral que continuamente cita a Hayek. Maestro, Hayek por supuesto, es la vida misma, las cabezas no andan bien. O sea, en vez de "adelgazar" a las distintas y numerosas administraciones, suprimir televisiones públicas, pagadas por los contribuyente, nombramientos de delegados del gobierno, subdelegados de las comunidades autonómicas, embajadas, actuar sobre el ahorro y no sobre el consumo, etc., a subir impuestos. Como decía un amigo, en el Consejo de Ministros se ha podido instalar la socialdemocracia y contagiarse de la mentira del anterior gobierno. Lo malo es que unos y otros se acusan de mentirosos, en vez de culpar al bajo coeficiente mental. Demos al Gobierno 60 días para actuar y se les vaya el susto, no llevan ni un mes, y luego ya hablaremos. Feliz Año 2013 y misericordia para el 2012. The party is over.