Hay que olvidarse de las "vacaciones de navidad". O navidad o vacaciones. En España el paquete completo llamado navidades da más trabajo que el tiempo de descanso que ofrece a cambio. La navidad española empieza muy temprano y no acaba nunca. A sus días los llamamos vacaciones pero dan un trabajo extenso e intenso. Desde que calculas cuánto gastar en participaciones de la lotería de Navidad y del Niño hasta que escribes la lista de regalos que vas a hacer y con qué presupuesto. Desde que inicias la peregrinación por centros comerciales, grandes almacenes y tiendas especializadas hasta que acabas de envolver los regalos. Desde que diseñas los menús y haces la lista de la compra hasta que lo preparas, sirves y digieres, que a veces es lo más trabajoso.

Todas estas tareas se han de hacer en el tiempo libre que dejan el trabajo y las obligaciones sociales: las comidas de empresa, el aperitivo con los amigos y la recepción de familiares que vuelven a casa vuelven... Agota salir del trabajo para ir de día de descanso en día de descanso, de copa en copa, de cena en cena.

Vale, se sabe y, a estas alturas, ya va mucho recorrido y, más o menos, siempre ha sido así, pero cada vez se refuerzan más los hitos y se incorporan más ritos y celebraciones.

Pese a los tiempos que vivimos y al dictatorial imperio de la europea productividad -que hizo que se frunciera el ceño por un puente- no se ha oído una sola voz partidaria de recortar las extensas navidades españolas, que se prolongan a lo largo de tres semanas laborales y se detienen durante 20 días escolares.

El silencio se debe a que hay mucho que gastar para que los que hacen el 40 por ciento de la caja anual tampoco lo pierdan. Sea. Acabaremos prolongando las navidades hasta el año nuevo chino. Pero reconózcase que hay que tener mucha fe para mover la montaña de las navidades sin quedar extenuado.