Bueno, pasada la euforia de las legislativas ya estamos más relajados. El nuevo presidente ha tomado posesión y aquí paz y allá gloria.

Ahora concierne analizar algunos aspectos cercanos que, unos más, otros menos, atañen/os al normal convivir.

Concretándonos al 17 N, tuvimos la suerte de leer en este diario el chiste del año. De tal calibre que, a mandíbula batiente nos "descojongamos". Y todavía nos dura. Falta nos hacía pues con la que está cayendo unas gotas de humor, aunque negro, no nos viene mal. Decíamos; en portada a grandes titulares, se recogían unas declaraciones de Fede Trillo que decían: "Hay que recortar colocados políticos". Que esto lo diga a voz en grito el político mejor colocado de la historia de la Democracia no encaja muy bien. El profano podría entender que el susodicho reconoce que, ya está bien, "aquí, el que sobra soy yo". Menos mal que, como él mismo comenta: "encuentra su fuerza hablando todas las mañanas con Dios". Ello, suponemos, le transmite fuerzas para "luchar" por la provincia que lo vota cuatrienio tras cuatrienio y así hasta que Dios lo acoja en su seno.

Mayor es la pena que aflige a los pepeistas. Su cabeza de lista no ha podido votar en la provincia al no estar empadronado en ninguna de las 141 ciudades que la componen. Pena extensible, suponemos, al propio candidato por no poder votar durante seis legislaturas -24 años- por la circunscripción a la que uno representa. Por nadie que pase. Así que le faltó tiempo para salir de estampida a su Madrid, la misma noche de autos. Desde aquel 20-N no se le ha visto por aquí. Hay que colocarse. Y en Madrid es donde reparten canonjías.

Estos políticos, cuan mala fama se han creado, algo les ha costado, pero ahí están: En los sondeos de opinión se llevan la palma. Los más desprestigiados del estamento socio-político. Y que no haya una mano ejemplar que corrija tan deprimente modelo.

Antaño, a la política se acudía por vocación de servicio. El fallo radicó en la dedocracia, de donde se deriva que si te mueves, no sales en la foto. Creímos que los representantes de un municipio, comarca, provincia,... eran elegidos por los ciudadanos por y para administrar con altruismo los intereses de los que los votan. Ahora resulta que no es así, a las pruebas nos remitimos. Visto lo visto, somos muchos los que añoramos políticos altruistas.

Actualmente es una profesión, a la vista está, vitalicia y bien remunerada. Ahí tenemos como ejemplo al "pobrecito" Camps F., nos hemos enterado de que a pesar de haber endeudado hasta las cejas a la Comunidad Valenciana (vamos, pagar al arquitecto valenciano, Calatrava 15 millones de euros por la maqueta de tres torres,... el gol que le metió su paisano) ostentará un cargo vitalicio. Aunque algo está purgando con el sofocón diario en el juicio de los trajes. Son 400.000 euros del ala lo que dicen que va a costarnos el dichoso juicio. Todo este gastazo para una posible condena de 43.000 euros. A los que les ha caído la Lotería es a los medios de comunicación.

Hoy por hoy, la profesión de político reporta pingues beneficios a costo cero.

Si hablamos de sueldazos los hay de aquí te espero. Ejemplar es el de un concejal de Torrevieja, a la par que diputado provincial (una vez más, que no, que no sabemos para qué sirven las diputaciones), llamado Joaquín Albaladejo -PP- se dice que percibe la friolera de 89.000 euros limpios al año -equivalente a 1.250.000 pesetas al mes-. Mucho más que el alcalde Dolón, -PP- de la misma ciudad que "sólo" percibe 68.600 euros -950.000 pesetas al mes-. Ambos, con todos los gastos pagados.

Ahora bien, al alcalde de Benidorm, Agustín Navarro -PSOE-, a sueldazo no le gana ni el Tato. Sólo 94.500 euros -1.310.000 pesetas mes- ahí es nada, más que ganaba su jefe el expresidente Zapatero, -del actual presidente, Rajoy, aún no tenemos datos-. Eficiente que será el tal Navarro, hombre, para su bolsillo, mostrado está.

Hablando de cada cosa un poco. Lo preguntona que son las gentes. Haciendo referencia a El Bigotes, Correa, Pablo Crespo, Betoret, Victor Campos y demás compa. Nada menos que me interrogaban; del por qué al corrompedor se le castiga a purgar cárcel y el corrupto tan campante. Cosa tal que no acabamos de explicarnos. Sinceramente, no he sabido contestar.