Asistimos a una situación de tránsito en la que sólo quienes forman parte del círculo más cercano a Rajoy conocen las que serán las primeras actuaciones del futuro y cercano Gobierno de la nación. El nuestro es el de la Comunidad Valenciana y entre otros temas de actualidad política podemos destacar los siguientes: la consolidación del presidente de la Generalitat Alberto Fabra, la defenestración o no del secretario general del PSPV Jorge Alarte, la integración de otros referentes en la ejecutiva del PP provincial de Alicante y lo que ha dado y dará de sí en los próximos meses la adquisición de la CAM por el Banco de Sabadell. Todo ello almibarado en un trasfondo de movilizaciones por los necesarios ajustes y recortes de gastos que deberán efectuarse en todas las administraciones.

Respecto a la consolidación de Alberto Fabra, éste cuenta con el aval de Génova lo que hoy por hoy es suficiente para garantizarle sin más el liderazgo en esta Comunidad. Desde algunos de los sectores más críticos con el expresidente Francisco Camps se le ha venido alabando a Fabra casi desde el principio, sobre todo cuando con dichas loas podían contraponerse sus acciones a las de su predecesor en el cargo. Refirámonos por ejemplo al hecho de proporcionar a los grupos parlamentarios los contratos de la Generalitat con empresas vinculadas al caso Gürtel y al de pedir perdón a los proveedores a los que la Administración autonómica les debe dinero. Respecto de lo primero decir que las reticencias anteriores no obedecían a mi entender a la intención de ocultar nada sino más bien a la de tocar las narices a quien en el tiro de la política utiliza como blanco un remedo de tus cataplines, sin que ello suponga que al que suscribe le parezca bien, pues se trata de una reacción cuya justificación siempre es subjetiva. Y en relación a la petición de perdón, no me cabe duda que en los mismos tiempos y circunstancias, dichas disculpas habrían sido emitidas igualmente por Camps. Esto no quita méritos a Alberto Fabra en estas cuestiones de formas que no dejan de tener su importancia si van seguidas del buen criterio en los contenidos, los cuales se desarrollarán con la particular impronta que pueda imprimirles Fabra tras el congreso regional de abril próximo en el que será elegido presidente regional del PPCV y los cambios que inevitablemente realizará en el Consell. Entre tanto se habrá celebrado, así al menos es de esperar, el juicio de los trajes a Camps en el que apostamos por una absolución sin paliativos. Es un tema en el que no hemos podido ser más claros: todo el proceso seguido contra Camps adolece de tal desproporción en relación con su objeto que será casi imposible restablecer y reparar el injusto daño que se le ha ocasionado. Precisamente ésta es una de las claves para interpretar los afanes laudatorios de algunos para con Fabra, que no es casual que se produzcan siempre en inseparable comparación con las maldades de Camps. Se trata con ello de aparentar que sus anteriores críticas lo eran en razón a la persona y nada o poco tenían que ver con el Partido Popular. Que le vayan con ese cuento a otro. El caso Gürtel se quiso enfocar en un principio como una prueba de la corrupción generalizada en el PP. Pero este reaccionó con contundencia y se la tuvieron que envainar. Apuntaron entonces con la brújula a Madrid, pero pincharon en hueso y se les aguó la fiesta, son cuatro gatos y ya no pertenecen al PP, se despachó Esperanza Aguirre con premura, así que con viento fresco a otra parte que en los madriles hay poco que rascar. Más he aquí que apareció Valencia en el horizonte, se hablaba de cuatro trajes de ná, pero se contaba con unas grabaciones privadas -que en mi opinión nunca debieron autorizarse- con el consabido juego que las mismas dan para engordar el gorrín de la polémica social. De esa forma se centró el caso Gürtel en la persona del presidente de la Generalitat, Francisco Camps, quien sufrió a partir de ese momento una persecución desproporcionada como no he visto otra. Evidentemente, la intención primordial era la de hacer mella en las expectativas electorales del Partido Popular y en particular en el de la Comunidad Valenciana. El PSPV focalizó su discurso en los tres trajes en un bucle del que ya no supo salir encajando derrota tras derrota. Ahora resulta que todo era por los tres trajes y "es que no son sólo tres trajes" de Camps, que a Fabra como es bien palpable lo tratamos bien. ¡Ay, el arte del disimulo! A más de uno se le ve el plumero, qué digo, el penacho morado arrastrando por el suelo. Pero no me extraña. Hace unos días un político socialista llamaba canalla a la derecha que campa a sus anchas apretando el gaznate a los indefensos ciudadanos. Aunque lo más lógico será pensar que el gaznate y algo más de buena parte de la ciudadanía estarían en precaria situación si sujetos de ese cariz camparan por sus respetos. Con perlas así no se puede ir a ninguna parte, que el ciudadano, esa clase media y trabajadora a la que apela el PSOE, no es tonta. Y en las recientes elecciones generales bien que lo ha demostrado dando su confianza al proyecto que representan Mariano Rajoy y el Partido Popular. Dirán que me he ido por peteneras, es posible. O no.

Como me he extendido mucho, de la defenestración de Jorge Alarte y a la vista de lo expuesto sólo decir que se cae por su propio peso; de la integración de otros referentes en la ejecutiva provincial del PP patrocinada por Alberto Fabra, apuntar que me parece lo más coherente, si bien habrá que afinar más; y por último respecto de la CAM, lo que estimo deplorable es que no se hayan negociado en la operación de venta las condiciones económicas de los trabajadores que habrán de ser despedidos. En mi blog en este diario, "Libertad y Orden", espero extenderme más sobre estas cuestiones.