Nada más acceder al cargo en julio de 2011, lo primero que hizo Alberto Fabra fue admitir que era necesario "normalizar y restituir la imagen de la Comunidad, tras atravesar por una época muy convulsa". En aquel momento nos quedamos todos con la boca abierta por dos razones. Una, porque el presidente de la Generalitat hablara para los medios, ya que el anterior llevaba años sin hacerlo. Y dos, que admitiera que algo estaba pasando porque hasta entonces aquí, oficialmente, todo iba de rechupete hasta el extremo que su predecesor en el cargo dimitió porque quiso -en un alarde de coherencia y de no sé cuántas cosas más, según destacados correligionarios- y no porque la situación no hubiera por dónde cogerla. Medio año escaso después el que puede que esté con la boca abierta por lo que se ha encontrado es el ex alcalde de Castellón, responsabilidad ésta sobre la que la única duda es saber cuánto la echa de menos. Desde que dijo aquello de que hay que rehacer el traje que le han cortado a esta tierra, no han dejado de engordar algunos casos y de estallar otros que salpican a instituciones que nos rodean. Brugal ha dado paso a que la organización se vea comandada en Alicante por un presidente interino y a que una de sus ramificaciones más vistosas -la correspondiente al pegeú de la capital- haya terminado por convertir a su alcaldesa en una contrastada starlette que, pese a haber sido obligada por los nuevos aires a dar explicaciones en las Corts, acabó tan dicharachera ella dándose palmadas con los coleguis al término de la función. Mira que intenta Fabra la normalización a base de gestos sobre todo pero, en cuanto da un paso, se le mete hasta el yerno del Rey en la cocina a través de la Ciudad de las Artes y de la Ciencias y de algún que otro recoveco de la administración que preside. Algo huele a podrido, y no es en Dinamarca. Tendría que ver no sólo con palabras cómo acomete el adecentamiento de este barrizal. Con el poco tiempo que lleva, lo único que le queda al hombre por enterarse es que se ha quedado embarazado. Por si acaso, yo me haría la prueba.