Nos encontramos de nuevo en periodo electoral. En el Boletín Oficial del Estado ya se están publicando los distintos acuerdos para poner en marcha la maquinaria electoral; ya están formadas las juntas electorales provinciales y de zona y el proceso empieza su curso para que el 20 de noviembre se ejerza el sagrado y privado derecho de voto. Pero un derecho que aunque es reservado y secreto siempre tiene unas extrañas connotaciones contrarias al reconocimiento pacífico de esta característica de la privacidad del voto y del partido político al que se vota.

Para empezar difícilmente puede ser secreto y privado el derecho de voto cuando los votantes se acercan a un colegio electoral, van a una mesa en la que están las papeletas y, tras realizar un minucioso examen del lugar donde se encuentra la del partido político al que desea votar, la localiza, la selecciona y la elige delante del resto de personas que están a su alrededor. Difícil y, cuanto menos, extraño "ejercicio secreto" del derecho de voto, ya que te han visto todos lo que tú vas a votar. Pero esto no es todo, ya que si bastante es que no esté garantizado este derecho, el problema mayor ante este sistema electoral que tenemos de votar con papeleta, introducirla en un sobre y depositarlo en una urna es el del proceso de recogida de votos, lento a más no poder, y el del recuento.

A las ocho de la mañana, las personas que hayan sido designadas para estar en las mesas electorales comienzan su obligación de tenerlo todo dispuesto en su colegio electoral con sus urnas cerradas y preparadas para evitar alteraciones, además de la vigilancia permanente durante todo el desarrollo del proceso electoral, para, al terminar la jornada, abrir la urna y efectuar más tarde el recuento de votos, lo que no es tarea fácil.

En esta línea, la experiencia de las juntas electorales nos demuestra, por lo expuesto, la necesidad de cambiar todo el proceso y de apostar por el desarrollo de un proceso electoral por la incorporación del voto electrónico por medio de una tarjeta, que puede ser el actual DNI, que te identifica electrónicamente. Con ello, abandonaríamos los problemas de seguridad en el desarrollo del proceso electoral, la custodia de las urnas, y lo que es más costoso en el tiempo, el recuento de los votos. Así, quien haya presenciado, como lo hacemos nosotros, este proceso se dará cuenta de que no es posible aceptar que en pleno siglo de las tecnologías estemos votando todavía con papeleta en lugar de acercarnos a un sistema informático e insertar nuestra tarjeta, previa identificación, ante la mesa electoral, que es lo único que tendría que hacer, en lugar de tener que estar vigilando la urna constantemente con un sobre puesto encima de la ranura para que nadie deposite votos y/o que en el recuento más tarde exista un error humano, que puede haberlo por lo apresurado de ese proceso, y que supone que nada más terminar el plazo y cerrar las puertas al público se tengan que contar los votosÉ de uno en uno.

Por todo ello, por más que le damos cuenta seguimos sin comprender el serio rechazo que existe hoy en día a las nuevas tecnologías, pero esta actitud la seguimos comprobando en cualquier sistema electoral de los que se repiten en cualquier organización privada o pública. Así, veíamos recientemente cómo en la asamblea del Real Madrid también se votaba manualmente, o en cualquier proceso electoral para cualquier institución. Y es que parece que nos dé más miedo recurrir al sistema del voto electrónico por si pudiera suponer un "riesgo" para el proceso electoral, o por ocultas razones que se ignoran. Cuando, en realidad, las complicaciones de todo tipo surgen en el proceso de votación, o en los recuentos de las papeletas, porque es humano que ante una exigencia de proceder a una contabilidad manual de las depositadas en las urnas puedan existir errores. Pero esto no es lo peor, sino que se tenga que esperar un país entero varias horas después de cerrados los colegios electorales para saber el resultado final. Y ello, con la situación de tensión que se genera por ir comprobando los porcentajes de avances de los recuentos, pero tener que estar al menos tres o cuatro horas para conocer estos resultados. Pero es que aquí no termina todo, porque a la semana siguiente se efectúa otro recuento, también manual, como no podía ser de otra manera, en las juntas provinciales para cotejar estos resultados. En fin, que sería deseable que en pleno año 2011 con todo el mundo utilizando Ipad, Iphone, portátiles, móviles de última generación, videoconferencias, web cam y demás inventos tecnológicos que los utilizan desde los niños hasta los adultos pudiéramos votar por vía electrónica. Y es que para el ocio sí que vale la tecnología, pero parece que para el trabajo y para las actividades con él relacionadas nos siguen dando miedo los avances. Y mientras tanto, con tantos miedos nos seguimos preguntando por lo que estamos tardando en salir de la crisis.