Nos encontramos en la provincia de la Comunidad en la que, su maltrecho pib, más cerca del suelo anda. En cifra de desempleo alcanzamos unos registros nada envidiables. Unos cuantos interventores municipales han levantado la mano y han dicho hasta aquí hemos llegado respecto de la deuda acumulada. Con la alerta de que una nueva recesión acecha nuestras cabezas entra en escena el peligro de que el trasiego actual de exportaciones que mantienen sectores tradicionales se venga abajo. El principal instrumento financiero que irrigaba el territorio ni puede estar a su altura ni se le espera. La pregunta que salta inmediatamente es: ¿Hay respuesta para esto? ¿De dónde ha de venir? Las organizaciones representativas más potentes que asoman por las instituciones y los centros correspondientes de decisión presentan el siguiente aspecto. Un pepé casi hegemónico que, no es que esté dividido, es que llamativamente no hay por dónde cogerlo y, si no, que se lo pregunten a Fabra. ¿A quién de los suyos confía el nou president la tarea de reconstrucción interna y a quién le encarga la coordinación del impulso necesario para que Alicante frene cuanto antes la caída en el agujero negro? Al presi provincial del partido lo tiene pendiente de juicio e intentando no hacer más agua por el puerto. La alcaldesa Castedo, que ambicionaba a subir como la espuma, se ha quedado en flamenca a más no poder en lo que respecta a las cuitas internas y encallada, sin embargo, en cuanto a su proyección por mor de los tejemanejes que vienen televisando los investigadores policiales. Más que encallada habría que decir que, a pesar de su aparente lozanía, en estos momentos está para vestir santos. Y si miramos al pesepevé, con una línea sobra. Baste con recordar que, a la responsable de organización y replicante de Castedo en el Consistorio, le parece una anécdota que la capacidad de convocatoria en la que andan les haya devuelto a la clandestinidad. Pero bueno, por lo demás el panorama es perfecto.