Nada tiene justificación. Ni el maltrato -físico y/o psíquico-, ni la humillación, ni la sumisión, ni el miedo. Nada de esto tiene por qué seguir sucediendo en la relación de pareja, y mucho menos sufrirlo por parte de la mujer. Son 400.000 mujeres las que sufren cada año y son víctimas de la violencia de género. En lo que va de 2011, han muerto 54 mujeres en manos de desaprensivos y machistas.

La sociedad española tiene que reaccionar. No podemos ni debemos mirar hacia otro lado. Cuando su marido o su pareja les chilla en privado y en público, les prohíbe ir a manifestaciones -yo conozco a algunas mujeres que tienen que engañar al marido para saciar su descontento contra el sistema político-, les da alguna bofetada o empujón no tengan ninguna duda: llamen a la policía y denuncien. No vivan con temor ni miedo, ya que si no lo hacen puede que sea demasiado tarde. Contra esta lacra humana y social no se puede tener otra cosa que no sea complacencia cero.

Acabamos de celebrar el Día Internacional contra la Violencia de Género, y a mí me gustaría que no hubiera nada que celebrar. Cuando hay que poner el énfasis sobre un día "D" es que algo no va bien y, por tanto, la sociedad tiene mucho camino que recorrer en la concienciación y sensibilización.

Hoy en día sigue habiendo jóvenes que entienden la relación de pareja como de sumisión de la mujer respecto al hombre. Según un estudio de la Federación de Mujeres Progresistas, conocido muy recientemente, el 80% de las personas jóvenes cree que en una relación de pareja las chicas deben complacer al chico. Asimismo, el informe pone de manifiesto que el 60% de los encuestados entiende que los celos son normales en una relación. Me voy a parar de darles datos porque son desalentadores en una sociedad que creíamos avanzada y moderna. ¿Están renaciendo roles de nuestros abuelos? ¿Qué educación emana del núcleo familiar? ¿Estos jóvenes tienen esa percepción porque lo viven en sus casas?

Pues bien, aunque se ha avanzado en políticas de igualdad parece que hay un déficit cultural en nuestra sociedad que cabría reparar lo antes posible. Es fundamental intensificar las acciones sobre la educación y sensibilización contra la violencia de género, empezando, de manera inicial, en el ámbito de la familia. Cuando presumimos de tener un Estado Social, Democrático y de Derecho en el que se avanza en la igualdad y en la justicia, no podemos permitirnos que la violencia de género machista ponga en peligro nuestra paz social y democrática.

Es fundamental que los líderes de opinión, medios de comunicación, políticos, fiscales o jueces trabajen en una misma línea: erradicar cuanto antes la violencia machista. Y al gobierno del señor Rajoy -sabiendo que la economía y el empleo es lo prioritario- una exigencia postelectoral: ponga los medios jurídicos y políticos para trabajar más activamente contra esta lacra humana que nos azota. Una sociedad no puede seguir teniendo estos índices de maltrato y sufrimiento entre las mujeres. Trabajar por la igualdad de género es, también, trabajar contra la violencia machista y asquerosa.