No recuerdo quién comentó que sí, que Javier Lorenzo es un excelente pintor, pero que ese cielo gris no es el de Alicante, lo cual no impidió que uno de estos sábados nos acercáramos al museo de la uni a saborear sus lienzos. Qué quieren que les diga. A mí, esas composiciones sobre pasos vividos, me elevan a un remanso de armonía. Y, cómo estarán las cosas ahí fuera, que los cielos los encontré hasta luminosos. No hace falta que les diga que les recomiendo la exposición. Se puede echar una mañana completita con los chavales correteando por los bosques que ofrece el campus. Además resulta redonda porque, viviendo en Alicante, no tienes ni que coger el coche. La familia puede ir a través del tranvía. Ya saben, ese trazado que llega hasta San Vicente, en el que tenemos más de cien millones de euros puestos con varios juegos adquiridos, que han servido para que un ramillete espléndid0 de candidatos -gobernantes antes y después- se echaran unos cuantos viajecitos en primavera. El resto seguimos a verlas venir. Es decir, que no sólo se ahorra uno la gasolina, sino que puede acercarse hasta el museo usando las vías sin tener que sacar billete. Agresividad medio ambiental, poca. La oposición ya anda, sin embargo, señalando que continuar con el invento sin adjudicar representa unas pérdidas de entre 13.000 y 50.000 euros diarios, según cómo se saquen las cuentas. Pero no entienden que esto va más allá. Es un nuevo concepto. Hago la obra, adquiero el material porque es de suponer que existe una necesidad social y, llegado el momento de proporcionar el servicio, la dejo ahí en el limbo para que la gente la aprecie de verdad. Es que si lo pones en marcha no se valora. Es más, enseguida se le empiezan a sacar defectos al funcionamiento, que ya nos conocemos. Y, así, a ver quién es el guapo. Teniendo en cuenta que la exposición Lorenzo concluye a mediados de diciembre, habrá que ver qué fórmula utilizan. Porque todo esto viene por el pintor. Es que la quietud que transmite es excesiva.