A la puta calle. Se cepillaron a DEC, tal como aquí intuimos la semana pasada. Ahora, dignos, arremeten contra la olla que les dio de comer la pizpireta María Patiño y el patán Jesús Mariñas, que si hubo cambios que no entendí y nos afectaron mucho, que si ya no vibrábamos en plató y no había la misma complicidad -Maripati-, que si lo que hacían era una caricatura de lo que fue, que si no siento nada especial porque DEC sólo era una manera de ganar dinero, -Mariñitas, ahora alabando a Sálvame de pus, su ejecutor, porque tiene sangre y guillotina, o sea, que está vivo-. Menudos estafadores. Todos veían la decrépita situación, la agónica parodia, la retahíla de invitados de coña, pero callaban por un puñado de euros. Era una manera de ganar dinero, nada más. Vaya. Es lo que uno pensaba, y piensa. En el camino, se iban quemando sin prestigio.

Lo malo para estos desempleados es que lo tienen difícil. Sus boquitas otrora eminentes, y sus culitos siempre acomodados en sillones rosa sangre, lo van a tener difícil porque con el cierre, Antena 3 se baja del carro del programa específico de chorradas de víscera amorosa. Sólo les queda Telechichi, que si los contrata será a la baja. La del capo Vasile se ha convertido desde el viernes en el monopolio de ese tipo de programas sucios que se dirige en exclusiva a un nicho de audiencia que al verlos se define. Claro que seguirá habiendo crónica social, cuentos como los que dice con su empalago habitual Anne Igartiburu en La 1, Susana Griso hará corrillo para comentar los líos de la baronesa Carmen Cervera, y todas esnifarán metralla con la última boda de Cayetana de Alba, pero Antena 3, por ahora, no alentará las marrullerías del mercadeo de los listillos.