No quiero ni pensar en la calidad del semen de los niñatos que saltan, tan tarugos como sensibles, en cuanto alguien les toca el flequillo. Hablo de los especímenes que juntaron de aquí y de allí para armar el loquero de El campamento. Yo, sin mis porros, es que no puedo vivir, decían todos. Ellas también, pero ellas, aunque manejan otras leches agrias, no almacenan semen en sus talegas. Cuanto más porros, peor semen, dice un estudio de hace unas horas de la Universidad de Alicante. El comportamiento de las células de reproducción masculinas ante las sustancias derivadas de la marihuana, según los resultados de la investigación, produce cambios profundos en la función reproductora que disminuyen la fertilidad, concluye el estudio dirigido por el catedrático Joaquín de Juan. La cosa, según entiende uno que no entiende nada de estos bichos, es que con el porrito, igual que se aduerme quien lo fuma, los espermatozoides entran en un estado lelo que los inmoviliza, los vuelve vagos, los atonta, y por tanto son los últimos en la carrera de la vida. Ni de coña alcanzan el óvulo. Viendo a ejemplares como los que maneja en Almería Pedro García, sobre todo recién llegados al programa de Cuatro, la cosa queda clara. Esos potros vigorosos, violentos, maleducados, no paran, pero corren en dirección contraria a la vida. Para eso está Pedro, para guiarlos de nuevo hacia el óvulo social, dicho así, con pedantería literaria. En la última entrega, una de las escenas más emotivas fue el encuentro de Alberto con su padre. Le dijo que le ocultaba algo que de siempre estaba ahí, enredando en su barriga, y que por eso fumaba y bebía, y que le atormentaba tanto que no quería decírselo. Papá, soy gay, dijo por fin el chico, hipando en un mar de lágrimas y desconsuelo.

Los machos nunca lloran

El padre, un poco descolado pero sereno, respondió, ¿eso era todo lo que tenías? La tele es cabrona. Y de esos dramas íntimos hace lo que sabe hacer, espectáculo. Lo que llama la atención es que la gente se preste a eso y se convierta en el porro que la audiencia se fuma en casa para, tal vez, descojonarse de la risa. O salga por peteneras, como comentó en su programa de radio Carlos Herrera, el macho de la manada de la derecha garrula y zoquete, a raíz de las lágrimas emocionadas de algunos dirigentes socialistas cuando ETA dijo lo que dijo. Es terrible, vino a decir, que esos lloriqueos no sean más que la estrategia del que es capaz de hacer cualquier cosa por un voto. Jamás oigo a este señor de voz tan peripuesta y sentimientos tan miserables y ruines, pero está claro que tanta bajeza no habla de los otros sino de él, de lo que sería capaz de hacer en la misma situación quien es capaz de ridiculizar a Rubalcaba o Patxi López por emocionarse. Como siempre, pese a quien pese, en este tiempo de graves y solemnes apocalipsis, El intermedio también sale por peteneras, y fumándose el porro de la imaginación ligada a la ironía, monta secciones desternillantes como la llamada Camera PP, remedo de la tira que emitía Telecinco por la noche. Me han dicho que te casas, le preguntaba Usun Yoon a Wyoming en un decorado idéntico al de la serie, ella como guarda jurado, él, con pantalones de tergal, gomina en el pelo, camisa blanca, y jersey rosa echado sobre los hombros estilo pijo que te cagas. Sí, pero con un hombre, responde Wyoming. ¿Eres socialista?, inquiere Usun. No, soy maricón, remata Wyoming sorbiendo del vaso de plástico. El de la gomina quiere casarse ya porque si gana el PP, su partido, huy, por Dios, a la mierda los anillosÉ Y a llorar como un maricón.

Champán y mujeres

Menos mal que Alfonso Rus, el machote que preside el PP de Valencia, lo tiene claro. En su madriguera mental hasta las señoras de su partido, para que los señores sean más sementales, quedan como lesbianas porque, llegado el triunfo en las urnas, tiene claro que hay que celebrarlo con "champán y mujeres". ¿Piensa que el éxito y su consecuente celebración es sólo cosa de hombres, hombres no maricones? ¿Piensa que las mujeres del PP son todas lesbianas? Quizá piense todo eso, y más. Pero ahí está, estropeando el semen de la política con esos porritos mitineros que en vez de ahuyentar a su audiencia, dispara los niveles del share. Quizá en política quede aún mucho, pero en la tele la cosa se ha puesto chunga. Creo que Paolo Vasile y los Jordi González de La Noria, aunque hacen esfuerzos para que nadie crea que son unas nenazas, lloran tanto por los rincones que no hay maquillaje que arregle sus ojeras. Chiquillo, diría Carmen Sevilla, qué maravilla, "que sus habéis quedao sin spos". Carmen, Carmen, que no te enteras, que es que se han ido los anunciantes, que no les queda ni un puto anuncio, le diría su ovejita al oídoÉ Qué bonito, que Dios les bendiga. ¿A Vasile, a los anunciantes? Cualquiera entiende a Carmen. Vi el sábado pasado La Noria. Y flipé. Sin porros de por medio. A pelo. Para que mi semen quedara intacto. ¿Se acerca el final no de La Noria sino del espíritu actual de Telecinco, o de Telecinco mismo? Lo digo echando mano de las propias palabras de Vasile, que tiene claro que "la televisión es el relleno que ponemos entre anuncios". Conclusión. Si no hay "spos, a la mierda el garito". Champán y mujeres, volvería a gritar, escupiendo al serrín del suelo, sin sacarse el palillo de los dientes, acodado en la barra del puticlub, otro bocazas que no ha entendido que al menos hasta el día 21 de este mes no se puede decir lo que se piensa ni lo que se siente. Pero como Maritere Campos vive en el mundo de la integridad, ella sí, ella, como periodista insobornable, lo tiene claro. Apoyo a mi hija, asegura. En seguida, para que se vea que aquí el periodismo es de altos vuelos, reflexiona Pipi Estrada, ex de la hija, otro de los grandes de la prensa. Si Terelu Campos quiere ser musa de los camioneros, tiene derecho. ¿Dice algo Terelu? Lo que yo diría. Que me den 30.000 euros, y sin porrito ni leches rebusco hasta dar con el espermatozoide más espabilado de Rajoy. Así está el esparragal.