Como otro sector productivo de la sociedad, las residencias para discapacidad y los geriátricos también están sufriendo la crisis económica que nos atenaza. Tanto es así, que algunos de estos centros que en general son administrados por empresas privadas, se están viendo con unos apuros económicos extremos, ya que la Generalitat Valenciana no está pagando como debiera, adeudando incluso varios meses de conciertos y subvenciones de estos residentes.

Este hecho va en detrimento de la calidad de servicio que se les presta a los usuarios. Y en muchos de estos centros lo pagan los de siempre, los empleados que no están cobrando sus nóminas.

La gestión en muchas ocasiones de estas residencias deja mucho que desear, ya que en estos tijeretazos económicos, se ven involucradas muchas personas. Los propios trabajadores del centro, ya que peligra su empleo y en muchas ocasiones están indefensos, porque no tienen enlaces sindicales, los residentes en su día a día (calidad de servicio), etcétera.

Estas empresas deberían tener alguna previsión para este tipo de hechos y poder hacer frente a los gastos en caso de que las previsiones económicas y sus plazos no se cumplan, teniendo algo de solvencia.

Está claro que un negocio se emprende para ganar dinero. Aunque en este tipo de negocio debiera predominar el bienestar de las personas que allí residen, ancianos, discapacitados, etcétera, ya que ésta es la razón de ser de estos lugares.

También existen centros en nuestra provincia y Comunitat donde conviven varios colectivos, tercera edad, salud mental, discapacidad física y síquica. Estos lugares necesitan tener un personal muy especializado y, sobre todo, muy profesional y humano (psicólogos, terapeutas ocupacionales, enfermeros, auxiliares) que en ocasiones por falta de medios económicos no pueden desarrollar sus programas debidamente, y este hecho merma la calidad del servicio que se les debe dar a los usuarios.

Sería bueno que estas empresas, con independencia, como es lógico, de que sus socios quieran ganar dinero debieran pensar que están haciendo una labor social muy importante. Este colectivo es el más vulnerable de la sociedad y estaría bien que se pudieran abaratar más los costes de la permanencia de los residentes en este tipo de establecimientos, facilitando la entrada a más población necesitada.

Por desgracia en este mundo egocéntrico y radical a nivel moral, en muchas ocasiones, el capital no tiene alma y lo único que se pretende es general beneficios económicos.

Es como un prestamista que no le importa si uno de sus deudores no puede pagar lo que le debe. Si este hecho se produce, la deuda se tiene que zanjar aunque sea perdiendo el deudor todo lo que posée.

Por tanto, este sector es muy importante para la ciudadanía. Pues interactúa con la vida de nuestros mayores y discapacitados. La humanidad, profesionalidad y especialización de su personal es primordial para hacer más llevadera la vida de este colectivo tan sensible y necesitado.

En muchas ocasiones el dinero no debe ser el arma arrojadiza que sirva sólo para intereses particulares. Sino para que, este tipo de establecimientos posean todos los medios necesarios, tanto humanos como materiales, para hacer que las personas que allí viven, sean felices y puedan tener una vida satisfactoria dentro de sus posibilidades físicas o mentales.