Se repite hasta el aburrimiento el tópico de que es preciso ganar la confianza de los mercados. Dejando a un lado la identificación de quiénes son los mercados, que en estas mismas páginas hemos hecho en otras ocasiones, estos grandes inversores no realizan sus apuestas financieras por simpatía, por solidaridad, porque les caigamos bien, o porque confían mucho en nosotros y en nuestros proyectos. No hay más que una razón: los mercados invierten aquí donde piensan que pueden ganar más y arriesgando menos. No hay más razón que ésa. Y quien decide qué inversiones, bonos, deudas, etcétera, reúnen esas condiciones son ellos los grandes fondos de inversión, los hedge funds, los fondos de pensiones, y en definitiva la gran banca perfectamente unida con estos grupos inversores. Como dice un amigo mío de la Vega Baja: "De tejas p'arriba gatos y metafísica; de tejas p'abajo billetes de mil pesetas". O, si quieren: "De tejas para arriba confianza; y de tejas para abajo billetes de quinientos euros".

El cálculo del máximo beneficio y el menor riesgo pueden hacerlo con modernísimos ordenadores y complejos programas informáticos, o con modelos matemáticos que, según ellos, incluso hacen desaparecer el riesgo. Y, con la certificación triple A de las agencias de rating. El resultado fueron los famosos CDO, las subprime, y otros artilugios financieros que nos han llevado a esta crisis. Puede que hayan cambiado los modelos matemáticos o los productos financieros, pero el objetivo es el mismo: rentabilizar al máximo el capital, y más que el competidor. Y para ello sobra toda regulación e intervención pública y más si intenta garantizar los ingresos necesarios para la protección social.

La canciller Merkel pretende que se reduzca el déficit de los países del euro porque -dicen- es la forma de ganar en independencia, reduciendo los gastos y, por lo visto, la actividad económica. Probablemente el déficit se reduzca con más o menos rapidez, pero lo que pagamos por la deuda, los intereses aumenta, y probablemente aumenta más de lo que estábamos pagando por un déficit más abultado. Por ejemplo, si a Grecia le perdonan la mitad de la deuda pero los tipos de interés de la otra mitad se duplica estará pagando lo mismo; con el agravante de que ha reducido su actividad económica a cero y con ello los ingresos que permiten pagar la deuda. Quien está pagando mucho menos por su deuda es Alemania; y sus grandes bancos ganan mucho más comprando deuda de países meridionales, y colocando la deuda tóxica norteamericana que tienen en el BCE. Les interesa que esas circunstancias se mantengan y que ni el BCE ni el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera actúe de banco e intervengan comprando bonos, como mucho que lo hagan en el mercado secundario y así alguien se queda con la diferencia.

Los costes laborales de los países más afectados por la crisis se reduce radicalmente a costa del sufrimiento de mucha gente. No sólo se reduce la sanidad, la educación, la protección social en general, también la cobertura del desempleo. En esas condiciones, Alemania gana en independencia y sobre todo en hegemonía pero todos los que vemos aumentar el diferencial -Francia incluida- somos más dependiente de los grupos financieros alemanes. Merkel quiere elecciones en 2013, pero Sarkozy las tiene en 2012 y, será sin duda el próximo en decirle a Merkel que así, no.

La modificación de los tratados y la creación de un gobierno económico europeo -necesario- es francamente imposible en un terreno en que se ha sembrado la desconfianza y el ordeno y mando. Igual algún economista nos dice que tenemos que ganarnos la confianza de... incluso marcando el paso de la oca. Alguien se está equivocando gravemente y tirando por tierra el trabajo de décadas. Si el Titanic se hunde, los pasajeros de primera también se van a pique.