Llego a casa y me encuentro a la Mari Virtu decaída. A media mañana llamaron al timbre los de la Unidad Canina del Ayuntamiento. Abrió extrañada. Saludos de cortesía de un policía local. Detrás de él, sujetos por unos arneses, un par de perros.

Para cuando se quiso dar cuenta estaban en la cocina. Los perros, gruñendo ante la nevera. Aturdida, Mari Virtu abrió el frigo. Se abalanzaron sobre las bandejas de embutido traído de Villena que, como todo el mundo sabe, es único y uno de los mejores de la provincia. La finalidad era organizar una cena con los amigos.

Mira, esto es lo que ha quedado -se lamenta mostrándome los cordelillos de las longanizas, las morcillas, los chorizos y los blancos-, se lo merendaron en un abrir y cerrar de ojos. El agente, ufano por el desarrollo de la operación, pertenece a la sección de embutidos. Me explicó que hacían visitas aleatorias de experimentación.

Pues vaya, qué faena. Se están profesionalizando mucho los de la Unidad Canina. Disponen de otra sección dedicada a rastrear las poligrasas insaturadas. Se desplazan a los centros escolares, entran en las aulas, y en un plis plas se zampan la bollería industrial que llevan en las mochilas los alumnos.

En eso, el teléfono. Mi hermana gemela, Pilar, profesora de Literatura Española en la Universidad de Fullerton en Los Ángeles, quiere conocer detalles. En su departamento siguen con interés las noticias de INFORMACIÓN, y como esto de los perros rastreando dentro de las aulas es noticia de alcance internacional, la pongo al día.

Puesto que tan adelantados están, me refiere que eso no es nada comparado con las técnicas de selección que allí se utilizan. En un Estado del Medio Oeste existen unidades caninas especializadas en despiojar. Se trasladan a centros escolares mayormente de negros y latinos, y los perros, racaraca, despiojan a los alumnos en un santiamén. Por el contrario, en los centros de enseñanza privada los perros lamen cariñosos a los niños, con mayor o menor intensidad, según la colonia que usan.

Pensaba hablar con la alcaldesa, doña Sonia Castedo, para que me indemnizase por el embutido. En vista de la información de Pilar, mejor me callo. Por no dar ideas.