La imagen no admite dudas: Camps, Barberá y Calatrava contemplan las figuras en miniatura con ojitos golosos. Sus pestañas, zas, zas, acarician las tres torres en espiral: retorcidas, erizadas, con aristas. Parecerían exprimidoras: de zumo, dizque, billetes.

Cómo se relamen, fíjense bien, circunvalando la maqueta del prodigio arquitectónico, el cual vendría a completar la Ciudad de las Artes y de las Ciencias del cap i casal.

El arquitecto-ingeniero, o viceversa, de fama universal, erige su obra a base de domeñar, en simbiosis, acero y cemento blanco. No discuto su técnica. Ni juzgo sus obras: airosas, níveas, musicales algunas, esculturas ingrávidas otras, ovnis de nácar, arpas aéreas, líneas puras y alvéolos que evocan osamentas de dinosaurio, cuadernas de buques, serpentinas celestes, pájaros voladores o, a veces, carcasas de pollos.

Sí opino, y denuncio, que con dinero público se abone una desorbitada cuantía por un mero proyecto. Y, no es la primera vez: ¿rara afición, verdad? El autor está en su derecho de cobrar lo pactado, aunque lo sintamos como un capón: ¡qué clavo! Pero, ¿por qué callan los barandas del dispendio?, ¿se sonrojan por el despilfarro?

Quiá. Cancelada su construcción, especulan ya hasta con la maqueta: afírmase que el proyecto podría venderse al mejor postor. Propongo que las ganancias sean destinadas a la Ley de Dependencia en esta tierra nuestra, en la que discapacitados y ancianos padecen y mueren sin los exigibles cuidados. Porque lo que ha percibido el insigne "Clavatrava" por la maqueta, ha sido, ¡tachán!, ¡tachán!: 2.600 millones de pesetas.

Lo que me intriga, con todo, es su paulatina transformación: de diseño lineal y curvo, su obra evoluciona a la espiral (semejante a exprimidora de vanguardia). Su estudio central, en Suiza, debe guardar en caja fuerte el secreto. ¿Se conocerá la clave en Valencia? Apostaría que sí. Y pues que la espiral perfecta es la del caracol: ¿qué se oculta dentro y cuál es la causa del mucus pringoso que deja?

Nosotros, mientras, a lo nuestro: con el capón y a dos velas. Atentos.