Lunes

DÍA D

Aunque se ha convertido en un suceso remoto del que apenas recordamos qué estábamos haciendo cuando las torres gemelas se desmoronaron, la trascendencia del 11-S compite sin dificultades con Hiroshima, el descubrimiento de la secuencia del genoma humano, la caída del muro o internet. Ayer se cumplió su décimo aniversario y cada cual lo celebró según marcan sus tradiciones: en Broadway estrenaron un musical sobre uno de los héroes del día, aquí derivamos la masacre hacia una lúgubre comparación con nuestro 11-M y en Afganistán los talibanes arrinconaron a la policía anticipando qué puede ocurrir cuando el séptimo de caballería regrese al lejano oeste. En el entretanto, arduas reflexiones acerca del porvenir y demás bombas de explosión retardada. Contra la opinión doliente de muchos analistas, estos diez años han aportado al menos claridad: la eterna guerra ya no es clandestina ni una agitación subterránea que ocasionalmente sale a la superficie. Ahora bien, no sé si estamos ganando.

Martes

NOSTRADAMUS

Hablando de catástrofes, la expresión del primer ministro griego adquiere por días la de un soldado herido antes de que se inventara la anestesia. Pero Sarkozy y Merkel no le van a la zaga, cumpliéndose así el adagio del barón Rotschild: si debes un millón al Banco tienes un problema; pero si le debes mil millones, el problema es del Banco. Y Grecia debe miles de millones a sus socios opulentos de la UE, con lo que ésta precisa que alguien descubra simultáneamente el elixir de la eterna juventud, la piedra filosofal y las minas del rey Salomón. Observando de reojo la escena con sudores fríos, nosotros nos encontramos en lista de espera y, por más que lo intentamos, no conseguimos hacer economías sin que se amotinen profesores, funcionarios y farmacéuticos. Redondeando la hecatombe, el catedrático Niño Becerra declaró ayer en estas páginas que la crisis se prolongará hasta 2.020, una predicción ominosa teniendo en cuenta que Niño Becerra la vaticinó hace diez años. Se rieron de él, claro.

Miércoles

EN LAS NUBES

El presidente ha expresado el deseo de trabajar dentro de un par de meses como supervisor de nubes acostado en la hamaca y mirando al cielo. Como esto es esencialmente lo que ha venido haciendo durante ocho años con grandes resultados para las nubes y paupérrimos para los terrícolas, me pregunto si el hombre va a notar en algo la jubilación forzosa. Ha rebasado la pomposa sentencia de Enoch Powell, toda vida política termina en fracaso, para convertirse en una caricatura de su propia caricatura que ni siquiera los epitafios amables logran disimular. Su éxito electoral se cimentó en el trauma del 11-M, la bonanza económica y la insufrible mediocridad de la alternativa. Nunca tuvo un programa coherente, sino ocurrencias amables que eran bien recibidas en los días de vino y rosas. Llegadas las dificultades, desapareció el temple y quedó desnudo. Y ahora que se avecina la tormenta perfecta, aspira a censar cúmulos, cirros y nimbos. Genuino.

Jueves

ALFREDO, EL RICO

El nuevo impuesto sobre el patrimonio tiene la extraña bondad de que no va a ser pagado ni por los pobres ni por los ricos. Esto es así por las razones más venerables del mundo: los pobres no tienen patrimonio y los pudientes lo ocultan. Pero es paradójico que el candidato socialista se considere rico ya que está obligado a pagarlo a tenor de su declaración de bienes. Descartada la justicia poética del engendro, quede constancia de que ningún Gobierno ha logrado ser tan deliciosamente anárquico en un tema cuya importancia sólo se explica en clave electoral: la versión tuiteada del "tó pal pueblo". Salgado dice lo contrario que Sebastián, éste corrige a Alfredo, quien a su vez pugna con el presidente hasta finalmente desembocar en Blanco: aunque sólo se recauden mil millones de euros, no nos imaginamos lo que él podría hacer con esa cantidad. Bueno, teniendo en cuenta que ese dinero correspondería a las comunidades autónomas, la respuesta es para nota: nada.

Viernes

LA RIADA

El Banco de España ha hecho públicos los datos sobre las deudas autonómica y municipal y uno no puede por menos que maravillarse de que tanta gente se dedique a gestionar una ruina: concejales, diputados autonómicos y provinciales, consejeros autonómicos, personal de empresas públicas e interinos de las administraciones. Añádanse los intangibles, esos beneficiarios de contratos con la administración que facturan redondeando al alza y, éstos sí, cobran puntualmente por asfaltar tres veces el mismo cambio de rasante. El resultado es un sumidero de fondos dilapidados que siempre pretende corregirse a costa de aulas prefabricadas, planes de dependencia, prestaciones sociales y ese evanescente mantra de la "optimización de recursos". Mientras esto ocurre, el expresidente Camps a la espera de juicio ingresa en el ¡consejo jurídico de la Generalitat! y Ripoll, como la Lola, se ha ido a los puertos. El pleno empleo también va por barrios.