La temporada vislumbra ya la proximidad de su fin. Cuando Zaragoza y, poco después Jaén, con el interín de Madrid en su otoñal feria, echen el cerrojo a este 2011 tan rico, demasiado quizás, en convulsiones y sobresaltos de diversa índole y condición. Ya se aprestan algunas fauces de la cosa pública a vomitar insultos y embustes, peor son las medias verdades, ante esa cita de un 20-N con tantas y sentidas connotaciones. Paciencia, amigo conciudadano, paciencia, ante la que se nos viene encima. Ya hubiéramos deseado los aficionados a la cosa del toreo que el año taurino hubiera ofrecido tales intensidades. Pero no, que la comodidad no casa con el compromiso ante el toro de exigente casta. Los coletas del G-10 lo tiene claro. ¿Ese toro a mí? Bueno...

Con notable descenso en el número de actuaciones, cantidad no siempre corresponde a calidad ni emoción, encabeza "El Fandi" , un año más, seguido de "El Juli". Cercano, en cuarta posición, se halla el torero del año, Manzanares II, acaparador de éxitos y de trofeos de triunfador de ferias. Ahí quedan, para su archivo personal y memoria colectiva, a título de ejemplo, Sevilla, Madrid, Málaga, Linares y Valladolid. Anda sobrado, cada vez mejor cimentado el oficio, ante el toro más al uso, el mismo al que se vienen enfrentando los primeros del escalafón, con la gran ventaja, a su favor, de que es la espada más segura, certera y clásica del toreo actual. Desde que dejó a los Lozano, y anduvo un tiempo en didácticas paternas, su riqueza técnica avanzó a pasos agigantados y cimentó su estilo. Junto al "suceso" de Morante en Bilbao, se ha encumbrado en el ya despejado horizonte, para él, de la torería del momento.

Ahora bien, aparte las disquisiciones apuntadas, el año taurino viene siendo deprimente para la economía de los empresarios. Carteles con primeros espadas rara vez llenan los tendidos. Con excepciones contadas, tan escasas viene siendo. Los tres cuartos de plaza ya supone un éxito de taquilla, aforo poco repetido ciertamente, cuando lo que abunda son las media plazas o los dos tercios. Lo de José Tomás resulta totalmente excepcional, el gran día de taquilla, aunque, ahí campan datos fidedignos, el resto del abono se resiente con aforos decepcionantes para el esfuerzo del organizador. Demasiados números rojos...

¿Crisis? Bueno, siempre en busca del motivo culpable, que sí, efectivamente, también influye en la taquilla, pero se precisa ese revulsivo de gallardía, de rivalidad, de majeza ante el toro de exigente emoción. Más allá de la estadística. Alicante. Septiembre.