Se ha constituido el Comité de Rutas Aéreas de nuestro aeropuerto provincial, el aeropuerto de l'Altet, bajo los auspicios de AENA y participado por la representación a alto nivel de la administración central, la autonómica, el Ayuntamiento de Alicante, el de Elche y otras instituciones empresariales de ámbito provincial. La finalidad de este Comité es la de propiciar el desarrollo de los vuelos e incrementar las conexiones aéreas con la magnífica nueva instalación aeroportuaria. Su capacidad operativa da para atender un gran incremento de pasajeros y mercancías, y a buen seguro que podrá responder a las necesidades de futuro, incluso a largo plazo. AENA ha hecho los deberes esta vez con la deseable anticipación y nos ha dotado de una gran instalación. Lógico resulta pues intentar rentabilizar el aeropuerto incrementando los movimientos para los que está más que preparado.

Pero, no obstante la inteligente y conveniente medida de crear la susodicha comisión, suenan lamentos por parte de una institución que se siente y considera como uno de los principales agentes dinamizadores reales (no el único, claro) del tráfico de pasajeros del aeropuerto. Seguro que otras comparten la misma postura, aunque no haya trascendido tanto su queja; pero ésta, la que sí lo ha hecho de manera ostensible y se desgarra ahora las vestiduras reclamando y ofreciendo su capacidad de captación de pasajeros para rentabilizar la inversión realizada, es ni más ni menos que el Ayuntamiento de Benidorm. La verdad es que son ganas de prescindir de apoyos evidentes cuando lo más inteligente hubiera sido propiciar la suma de fuerzas en lugar de limitarlas. Aunque fueran ciertas las cifras que maneja el aeropuerto (algunos tenemos nuestras dudas) y "sólo" atrajera Benidorm la "modesta" cifra de 2.250.000 pasajeros anuales, cualquiera vería de lógica que el Ayuntamiento de Benidorm participara en la referida comisión. Así como lo podrían hacer también otros organismos de importante protagonismo socio-económico de la provincia. ¿A quién pude molestar que en lugar de -pongamos- 10 representantes se subiera la cifra a 12 ó a 15?

Claro que, a lo mejor, no es la lógica ni el sentido común quién regula la composición y el funcionamiento de estos Comités, y nos tenemos que atener a una estricta e inflexible cuestión de protocolo. El Estado y la Generalitat, incuestionables. Elche, es su término municipal, vale. Pero los demás componentes obedecen a tan indefinidas justificaciones que bien podrían permitir la incorporación de otras instituciones. Sobre todo si se ofrecen voluntariamente y además si han sabido demostrar su capacidad y atractivos para generar pasajeros desde tantos lugares estableciéndose tantas líneas como hasta ahora funcionan. A lo mejor podrían participar aportando su probada eficacia para incrementarlas a partir de ahora, ¿no?

¿Una simple torpeza? ¿Un fallo corregible? ¡Ojalá! Errores siempre todos podemos cometer y siempre todos también los podemos enmendar. Ahora bien, lo peor sería que la deficiencia proceda del fondo del planteamiento y del reconocimiento del papel que juega un aeropuerto en la vida y la economía de un determinado territorio. Lamentable sería que los mandatarios y gestores de esta infraestructura planifiquen los aeropuertos pensando que estos constituyen el fin y la motivación de un determinado viaje, en lugar de ser un medio (importantísimo, por cierto) para que se pueda realizar dicho viaje. Veamos. Uno se traslada a otro lugar por diferentes motivos como pueden ser: negocios, turismo y ocio, cultura, familiares, trabajo y yo qué sé cuantos más; pero raramente el motivo del viaje suele ser el de experimentar los servicios de un aeropuerto, por muy novedoso y atractivo que este sea. Como no se trate de la estación MIR no conozco el caso en el que alguien se quede en el aeropuerto, que no lo abandone a la mayor brevedad en busca del motivo real que lo ha llevado hasta allí.

¿No será que estamos agarrando el rábano por las hojas, confundiendo la función de los aeropuertos y estamos despreciando el poder que las motivaciones expuestas ejercen para provocar la necesidad de viajar? Y, ¿cuál de ellas sería la más poderosa en el caso de la provincia de Alicante? ¿No será el turista el primer usuario de nuestro aeropuerto? No se trata de hacer preguntas al "tun tun", por escribir de algo, son cuestiones que obedecen a algunos hechos claros y evidentes. He aquí, como ejemplo, algunos reflejados en ciertas significativas ausencias en el Comité: los empresarios hoteleros y hosteleros; la Conselleria de Turisme; el Patronato Provincial de Turismo; además de las ya observadas de los municipios más turísticos de la provincia.

Pensar que la instalación crea el uso es el gran error cometido en la construcción de algunos aeropuertos (cerrados antes de inaugurarse) o de algunas instalaciones del AVE que cansados de transportar acero (los vagones) en lugar de carne humana (los pasajeros) hemos tenido que suspender. No, señores, la demanda que sostiene la utilidad de las infraestructuras se activa de otras maneras y eso, si no lo saben, se lo pueden preguntar a los de Benidorm y a tantos otros que están ausentes del recién creado Comité de Rutas Aéreas del Aeropuerto de la provincia de Alicante.